Nunca me disfracé en Halloween cuando era pequeña, pues la única celebración que recuerdo del 31 de octubre era la de los tostones de mi abuela Catalina, pues era fiel a las palomitas con azúcar en la víspera de 'Tosantos'.

El truco no era otro que su maña para hacer crujir el maíz y que no se quemara ni un grano. El trato era cosa nuestra; disfrutar de un rato en familia y comer hasta saciarnos. Muchos actos acontecen la víspera del Día de Todos los Santos, pues la muerte y el lado oscuro dan mucho juego. La noche de Halloween, antesala a la festividad del 1 de noviembre, es el resultado de la fusión de elementos de las tradiciones celta y cristiana, pero fue el cine el encargado de que hoy se llenen nuestros comercios de calabazas y telas de araña.

Recuerden Halloween, de John Carpenter, que se estrenó en 1978 y supuso una referencia para el género de terror de serie B con innumerables secuelas e imitaciones. Puede que sea difícil resistirse a pasar una 'noche de miedo', pues quién no ha querido ser Drácula o salir a mover el esqueleto... Pero más difícil es aún rendirse ante los huesos de santo, los buñuelos de viento, los encantos de Don Juan Tenorio, el olor a castañas asadas y, cómo no, los tostones de mi abuela.