No sé qué ha pasado, pero me falta tiempo. Quizá sean los partidos de fútbol que juego a la semana intentando convencerme de que todavía estoy hecho un chaval. Quizá las mañanas de gimnasio que me debería otorgar con más frecuencia y que también me roban alguna hora del reloj. Quizá el trasnochar viendo programas 'basura' como si fuera un zombie -soy de la generación de la caja tonta y esas cosas me dejan enganchado, no lo puedo evitar-. Quizá el aumentar mi capacidad de decisión en todos los aspectos... El claro ejemplo de que no controlo el tiempo es que no encuentro el hueco para ver el 'guasap'. Esa gran herramienta digital que nos ha vuelto a todos un poco idiotas hasta el punto de ocasionar accidentes de tráfico por ir con la nariz pegada al móvil o más de una discusión por los clásicos 'es que lo que escribiste el otro día me dolió sobremanera...' Muchas veces me he sorprendido regresando del trabajo a casa con los dedos a cien por hora tecleando un mensaje para algún amiguete y, en un momento de claridad, he pensado: '¿Qué leches estás haciendo?' Acto seguido he localizado el número del destinatario en la agenda y he apretado el telefono verde para llamarle. Da gusto escuchar la voz de los familiares, amigos y compañeros de curro más a menudo. Por eso, y sin que sirva de precedente, me alegro de que ahora mismo tenga menos tiempo para ver el dichoso 'guasap'.