El placer estético, ecológico y sensitivo de ver sobrevolar los buitres leonados sobre los campos de Caravaca y Moratalla tiene unos responsables agrupados en un nombre colectivo: Caralluma. Muchos conocerán el nombre de esta asociación de defensa de la naturaleza del Noroeste murciano y algunos de ustedes hasta sabrán que durante estos días la asociación celebra su cuarenta aniversario, que se dice pronto, con diversos actos y actividades.

La recuperación de las poblaciones de buitre leonado, extinguidas en Murcia como especie reproductora a finales de los años 70 del pasado siglo, fue el producto de los empeños, casi de la cabezonería, de este grupo que comenzó a organizarse por aquella época, sin duda sanamente contaminados por la ilusión y el impulso que para muchos jóvenes de entonces supusieron los programas televisivos y la figura irrepetible de Félix Rodríguez de la Fuente. Con recursos prácticamente nulos, con mucha terquedad, llamando a muchas puertas, haciendo muchas horas y escribiendo a máquina de escribir con calco de carbón las suficientes proclamas, la naciente Caralluma estudió los buitres, montó algo más tarde y mantuvo en el tiempo (enorme mérito) un comedero para estas aves necrófagas, y consiguió pasados los años que el buitre leonado sea un reproductor estable bien representado en nuestra vecindad. Si ustedes levantan la cabeza por cualquier punto de nuestra región y ven buitres, que sepan que seguramente serán jóvenes en dispersión o poblaciones flotantes procedentes de las áreas buitreras del Noroeste.

¿Qué pasaría por la cabeza de aquellos jóvenes para en vez de andar de calimocho en calimocho ir por ahí acarreando burros y ovejas muertas en coches cutres y remolques prestados por el padre de un amigo? Habría que preguntárselo a ellos. A Juan de Dios Morenillas, a Paco Fuentes, a Jesús Rodríguez o a Juan Montiel, que fueron, si mi memoria de caravaqueño de más o menos esa época no me falla, los precursores de esta bendita locura.

Pero no sólo son los buitres los que deben a Caralluma su estado de conservación en el Noroeste murciano. El cernicalo primilla es otra especie que a buen seguro debe a los miembros de Caralluma la recuperación registrada en sus poblaciones, a punto de desaparecer hace años de los campos caravaqueños. También muchos recordaremos las campañas de la asociación para evitar que se urbanizara el que ahora es uno de los más interesantes espacios naturales y de ocio de Caravaca, Las Fuentes del Marques, o su actividad en defensa del río Moratalla, los árboles monumentales, la lucha contra la sobrexplotación de los acuíferos del Noroeste y tantos otros desvelos en favor de la conservación de la naturaleza precisamente en una de las comarcas de mayor riqueza natural de la Región de Murcia.

Cuarenta años son mucho pero no son tanto si los comparamos con los desafíos a que se enfrenta, desde hace esos y más años atrás, la naturaleza mediterránea. El trabajo de gente como Caralluma es fundamental para entender el punto de concienciación, e incluso el avance en las políticas de conservación de la naturaleza, con el que ahora nos encontramos.