En los días pasados, con motivo de la Fiesta Nacional de España, hemos tenido que aguantar gran cantidad de estupideces, a modo de etiquetas, sobre lo que significa el 12 de octubre. Esto me lleva a preguntar: ¿La política hace cortitas a las personas que se dedican a ella o las personas cortitas son las que ejercen de políticos?

Soy consciente de que alguna que otra ´guantá´ me voy a llevar de alguno de mis lectores por el contenido de esta columna. Ahora bien, no escribo para que me aplaudan ni para hacer amigos; escribo para exponer mi opinión sobre temas de actualidad, opinión que en muchos casos será equivocada o contraria al sentir de la mayoría, y es por esto que solicito, no solamente crítica, que se me corrija y me convenzan con otros argumentos.

Estoy en contra de etiquetar todo, y poco más, o sea dejarlo en la etiqueta. Por ejemplo, particularmente estoy un tanto harto, en contra de la mayoría, de llamar ´violencia de género´ a un asesinato puro y duro. Violencia de género es siempre, pues el asesinato será de un hombre sobre una mujer, de una mujer sobre un hombre, de un hombre sobre un hombre o de una mujer sobre una mujer€ el género está siempre. ¿Por qué violencia si es un asesinato? Creo que debemos llamar a las cosas por su nombre puro y duro y no edulcorar con etiquetas banales. Quedará muy bien para la galería, hacerse la foto, guardar el minuto de silencio correspondiente y hasta el próximo asesinato.

Igual me ocurre con una palabra inglesa, admitida al parecer por todo el mundo, bullying. Si es acoso puro, simple y maldito ¿por qué no denominarlo así: acoso? ¿Es menos acoso si decimos bullying? Me parece demencial y me llevan los demonios. El español tiene palabras para todo y más contundentes que en inglés o en cualquier otro idioma. Pero, claro, en nuestra catetez mental hay que presumir de lenguaje de fuera, al parecer viste más.

Observarán que estoy enrabietado porque el cogérsela con papel de fumar y poner etiquetas para no enfrentarse cara a cara con la cruda realidad van de la mano. Estoy muy molesto por el lenguaje y la actitud de algunas personas con responsabilidades varias. Lo van a entender enseguida. Hace unos días a una niña de 8 años le han pegado una brutal paliza, en el patio de su colegio en Palma de Mallorca, doce ¿compañeros? de entre 12 y 14 años. El motivo, al parecer, fue recoger un balón con el que estaban jugando en el recreo y al finalizar el mismo, entregárselo a un profesor. Resultado de la paliza: fractura de costilla, desprendimiento de riñón y contusiones por todo el cuerpo.

Según noticias recogidas, en el momento de la paliza no había ningún profesor vigilando en el patio. ¿Por qué? ¿Esto es una paliza o una violencia? Una profesora, indica un familiar, con vista de lince y al parecer muy capacitada, cuando la madre acudió a buscar a la alumna le explicó lo sucedido diciéndole «No te asuste, pero ha habido una trifulca (etiqueta) en el patio y han pegado a tu hija. Pero yo la veo bien».

¡Menos mal que la veía bien! ¿Cómo tendría que estar la alumna para verla mal? A partir de aquí viene el llamado momento cumbre de cogérsela con papel de fumar y empezar a colocar etiquetas. La consejería está estudiando ahora si hubo otras agresiones o acoso anteriormente para determinar si se trata de un caso de bullying, ya que hablar de brutal paliza no interesa. Pero la rabia me sube por todo el cuerpo cuando la consejera tiene que tomarse su tiempo para crear otra etiqueta, tiene que determinar si se trata de un caso de acoso escolar o de una agresión puntual. Estoy hasta los belfos de las cuestiones puntuales; si es puntual la brutal paliza es ¿menos brutal? Pa´ mear y no echar gota.

Es muy peligroso que no se mire de frente a estos problemas y en los colegios no se tomen medidas contundentes; según la familia de la niña no es la primera vez que ésta tiene problemas en el colegio. «Muchas veces la insultan y hemos pedido explicaciones a la dirección, pero todo sigue igual». Será porque siempre es puntual y habrá que esperar a que en vez de desprendimiento de riñón haya desprendimiento de vida. Pero les aseguro que si se pierde la vida todo se arregla con un minuto de silencio o un aplauso y hasta el siguiente hecho puntual o la siguiente violencia de género.