Como el seno derecho de la estatua de Julieta en el Palazzo Capuleti de Verona. Como los zapatos del padre en el monumento a Kafka de Praga. Como la nariz del busto en la tumba de Abraham Lincoln en Springfield. Como un Santo Grial apócrifo. Espero que el mundo no se entere nunca de que tocarte da suerte, porque imagínate tú el espectáculo y el follón. Tú, que eres belleza itinerante que de golpe vuelve más preciosos los lugares en los que luce. A saber cómo brilló el planeta cuando te vio. Tú no sabes leer ni sabes hablar, aunque fijo que alguna secta o seudo ciencia diría que tienes tu alma, tu esencia, y lo estás entendiendo todo. Como estar cerca de ti es extraordinario, no quiero estar cerca de ti todos los días. Nadie comería su comida favorita todos los días. Nadie se pondría su vestido más elegante para comprar el pan todos los días. Ni siquiera es necesario idealizarte: basta con describirte. Porque, para ser mirífico, ni siquiera te hace falta ser un ser humano. La primera vez que te vi, comprendí que tu imagen contenía una novela. No seré yo quien la escriba. Si saben de qué hablo, si han visto algo así cerca de ustedes, den gracias. Por tanta belleza.