Como a todo español de la época, en abril de 1975, viviendo el generalísimo Franco, me tocó incorporarme a filas. Primero pasé, como todos, por un sorteo en la caja de reclutas de la Ronda de Garay de Murcia en donde nos entregaron un petate y un pack de cubiertos, junto a la lectura de las normas militares que desde ese momento nos regían. Lo que más recuerdo de esa multitudinaria reunión es que, hicieses lo que hicieses, todo se pagaba con la pena de muerte. Así como suena. Acojonaos salimos todos de allí.

A los pocos días, en ferrocarril, nos llevaron a Alicante. Al llegar a la capital alicantina nos metieron en camiones como a borregos, a tope, no cabíamos ni uno más, hasta que el camión comenzó su marcha y el conductor empezó a pegar arrancadas de caballo y frenazos de burro, ¡oye! un milagro, nos dimos cuenta de que allí aún cabían veinte reclutas mas?, parecíamos sardinas en lata.

Bajamos de los vehículos en el acuartelamiento de Rabasa y desde ese momento y durante tres meses, todo fue a la carrera. En cinco minutos, una compañía de doscientos tíos se cambiaba del uniforme al equipo de ducha, iba a las duchas comunes (con el culo a la pared), desaparecían las gorras, volvía a la compañía, se ponía el uniforme para ir a comer, bajaba al patio a formar y? milagro, todos con las gorras puestas. Nunca lo entendí, pero el milagro se sucedía todos los días.

Tres meses cantando ·esta es la Quinta, donde reina la alegría?», desfilando sin parar, clases teóricas con sonidos de disparos y bombas, y el jodido cetme, la novia militar, porque la del corazón, Tere, se quedaba en casa.

Habían días de tiro, donde algunos por no enterarse bien de lo que los mandos decían, se llevaron unas buenas hostias? y bien sonoras, que con las balas no había bromas. Lo de los reconocimientos médicos y las vacunas era de película de Pajares y Esteso. Te reconocían las anginas y los güevos con una cuchara pa' ver si estabas quebrao, y los veteranos, en cuanto no miraba el sargento, con la misma usada en los lereles anteriores se lo metían al siguiente en la boca.

Y lo de las vacunas? sin desperdicio. Formaban dos filas, con los brazos desnudos, un equipo de ¿enfermeros? ponía una aguja en cada brazo del recluta y éste tenía que seguir en la cola diez o quince minutos, cuando no más, hasta que llegaba al segundo equipo ¿de médicos? que ponía el líquido. ¿Que si hacían reacción las vacunas? Daba igual, se te quitaba corriendo, cantando, desfilando y fregando platos. Mi amigo Paco García García, de Jabalí Viejo, lo recordará muy bien.

Como lo recordará el Tirillas, por lo delgado que estaba, y Cantero, un rural de Moratalla. Luego vino la jura de bandera, una desesperación llena de desmayos, que duraba desde las siete de la mañana hasta la una del mediodía, de pie y a pleno sol alicantino de finales de junio, y el destino: el Mallorca 13 de Lorca, con su epitafio «antes quemadas que vencidas», y con nuestros cánticos de «?nunca te podré olvidar».

Para esa etapa, el cuerpo ya se había forjado y adaptado al ritmo militar, aunque sobrevivir a los chusqueros y a los veteranos no era fácil.

Allí forjé amistades de por vida, mis siempre queridos amigos jumillanos a los que tanto les debo, José Simón Simón 'el carpintero', y José Navarro Martínez, el albañil boxeador, el Lin; luego, estaban Ramón Centenero, José Blaya Navarro, de Mula, Ricardo Martínez Blázquez, Armando Francés, Antonio Porras, Moñino, Utreras, Correas... y tantos y tantos tan típicos y atípicos como distintos, pero vistiendo iguales, comiendo la misma comida y viviendo bajo el mismo techo.

Juntos forjamos el espíritu, el compañerismo, la amistad y el amor por una patria a la que servir? aunque esto último, lo de servir, aún no lo tengo del todo claro: la parte militar, bien, pero la parte en la que serví a mi patria fregando letrinas, recogiendo basura, barriendo calles, fregando platos... incluso algunos a quienes de verdad sirvieron fue a las señoras de los jefes con los recados, ¡criados gratis! No sé, en ese aspecto aún no he visto el servicio a la patria.

Disparé con morteros, cañones, ametralladoras, fusiles y pistolas; maniobras de invierno en Chinchilla; guardias de noche en el polvorín, con frío y con calor extremos. Estuve a punto de ir a la guerra contra Marruecos, fui testigo de chusqueros que solo tenían en la boca «os doy un par de hostias», la provocación y el insulto; aprendí a valorar la amistad y el compañerismo en situaciones extremas, a obedecer a la sinrazón de algunos mandos y, sobre todo, a querer unos colores y una bandera, orgulloso de ser español.

Si al principio la mili fue una putada, hoy, a mis inminentes 63 años, les aseguro que si el tiempo volviese atrás, me iría a ella voluntario. Si, sin ninguna duda. Por eso, cuando ahora veo el desprecio de la extrema izquierda hacia los militares y todo cuanto les rodea, cuando algunos se empeñan en convertir el orgullo de ser español en una vergüenza, cuando lucir los colores rojo y amarillo, ya sea en una pulsera o en una pegatina es tachado de facha por la izquierda, más que rabia lo que uno siente es pena y se pregunta si no habremos hecho algo mal en el camino de educar patrióticamente a las generaciones que nos sustituyeron. Creo que el testigo del relevo no lo debimos entregar bien.

En EE UU no hay ciudadano que no se sienta orgulloso de ser americano, lo mismo en Inglaterra, en Francia, Italia, etc. Menos en España. Aquí, como siempre, o somos los 'más mejores', o somos los más capullos. Ay que trabajo nos cuesta el término medio. Lo que más sorprende es ver que los que nunca han sido militares ni han vivido el ambiente castrense, aunque sea haciendo la mili, son los que más atacan a esa institución, la más valorada del país, y lo hacen simplemente para ser mas de izquierdas, como si eso les llenase de razón. Una pena, porque, les guste o no, son tan españoles como los demás.

Como decía la canción, «Mallorca número 13, nunca te podré olvidar por las guardias que te he hecho en la puerta principal»? Yo tampoco olvido a mis compañeros de armas, cuartel, patria y corazón. No saben lo que se pierden aquellos que no lo han vivido.

A todos, ¡Feliz Día de las Fuerzas Armadas!

Dedicado al reemplazo 74-2º