Alberto, María, Adolfo, Juan y Rocío son compañeros de 4º curso de Educación Primaria. Su maestro ha pedido que resuelvan en casa cuatro problemas de matemáticas y esta tarea va a originar diferentes situaciones.

Alberto no entiende los problemas. Sus padres le ayudan y Alberto llevará a clase los deberes realizados correctamente porque sus padres le han enseñado. María y Adolfo realizan sin ayuda la tarea propuesta. Juan no sabe realizarla y sus padres no disponen de tiempo para ayudarle, por eso deciden llevarlo a una academia. Juan llevará los problemas resueltos porque en la academia le han enseñado.

Rocío no entiende la tarea y sus padres no saben cómo ayudarle. La situación se agrava porque en la familia no disponen de recursos económicos suficientes para pagar a un profesor. Rocío irá a clase con la tarea sin hacer o mal resuelta.

El relato anterior incorpora un elemento fundamental al debate de los 'deberes' que, hasta ahora, se ha centrado exclusivamente en discutir cuánta tarea deben realizar en casa los alumnos o en qué periodos (fines de semana, vacaciones, etc.) no se les deben mandar estas tareas.

La propuesta que se presenta considera que esas condiciones deben tenerse en cuenta pero que el aspecto fundamental a determinar en relación a los 'deberes' para casa consiste en decidir qué tipo de tareas deben realizar los alumnos.

La respuesta a la cuestión planteada es sencilla: los alumnos deben realizar en casa sólo aquellos trabajos que son capaces de realizar de modo independiente porque ya han aprendido a realizarlos en clase. Esto es, los 'deberes' deben consistir exclusivamente en actividades de consolidación de los aprendizajes que el alumno ha realizado en clase.

Este planteamiento entronca con el enfoque de las escuelas eficaces (Calvo y Martínez, 2001) y asume como uno de sus principios básicos la racionalización de los tiempos de enseñanza y aprendizaje en el aula. Este principio de racionalización en Educación Primaria implica reducir los periodos de presentación de contenidos nuevos y usar tiempos durante los que realmente los alumnos pueden mantener la atención (por ejemplo, veinte minutos). A continuación, los alumnos realizan actividades de práctica supervisada. Estas tareas consisten en realizar trabajos sobre los contenidos expuestos. Durante la realización de las mismas el profesor resuelve dudas, verifica el grado de comprensión de la exposición realizada y, si existe un número elevado de alumnos con lagunas de conocimientos, vuelve a exponer nuevamente centrándose en las dificultades encontradas.

La actividad de enseñanza-aprendizaje finaliza con la realización de actividades de práctica independiente (realizadas de forma individual o en grupo) para afianzar los conocimientos presentados. Una vez realizadas estas tareas y comprobado el éxito de las mismas, el profesor puede recomendar la realización de otras tareas similares con el objetivo de automatizar los aprendizajes o de lograr su memorización. A este tipo de trabajos podríamos denominar tareas escolares para realizar en casa o simplemente, 'deberes'.

Calvo, A. y Martínez, A. (2001). Técnicas y procedimientos para realizar adaptaciones curriculares. Bilbao: Ciss-Praxis.