Si lo que busca el Real Murcia son inmigrantes para sus gradas no hacía falta emular a Marco Polo y cruzar el río Amarillo. En Sangonera estaban a reventar. Tanto que los inmigrantes encerrados en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) han decidido saltar la muralla para evitar el hacinamiento. Ya sé que los chinos son el ideal, sobre todo para salvar equipos de segunda o copiar condiciones de trabajo de tercera; pero con tanto estadio, donde realmente cabe medio Oriente, igual hubiera podido hacerse un hueco a esos inmigrantes, africanos en su mayoría, que viven su condena en el limbo del CIE, sin poder alcanzar el cielo de la integración. ¿Habría mayor pena que soportar los partidos y, ante todo, el trato de delincuentes que se les dispensa? Los hijos de la Gran Bretaña, expertos en guerrear con China para hacerse con el mercado del opio, ya han cerrado las puertas también a sus hermanos bastardos con origen en su ex imperio y su ex Europa. Están pidiendo bases de datos a las empresas para detectar a los trabajadores inmigrantes, poniendo una cruz sobre sus vidas. En otros lares, esas vidas por no llamarlas muertes de desplazados no valen nada. Con la seguridad de que este año batiremos el récord, más de 3.500 personas se dejan la existencia intentando cruzar el Mediterráneo. Justo es decir que países como Italia, con menos gentleman que los ingleses, han rescatado, sólo durante este miércoles y jueves pasados, 11.000 vidas que se encaminaban al naufragio. Mientras a nivel nacional surgen las candidaturas racistas, como un Trump cualquiera, Europa también prepara la solución: una policía móvil que frene los ataques de los miserables. Nosotros desde Murcia, carne de inmigrantes y carné del Real, intentaremos alejarlos retransmitiendo los partidos. Salvo que vengan con dinero fresco, que eso no tiene color.