A JoJaquín Diaz, presidente de la Comisión de Festejos

Para mí, La Alberca, fiesta y música están unidas. Y es así porque sus fiestas tienen de música callejera, y si no son las fiestas públicas, pues no sería la primera vez que en un bar o un grupo de personas deciden sacar la fiesta a la calle y, por supuesto, la música. A algunos de mis mejores amigos de La Alberca los he conocido en ellas o en un lugar llamado El Pirata. Sitio muy agradable, de copas y también de cenas ligeras en donde unos amigos muy musicales ponían su interés y sus conocimientos al servicio de quienes íbamos a verlos y a participar con ellos si eso era posible. Pepe Montoya (La Voz del Monte, le puso Miguel L. Guzmán, el director de La Muralla) era la guitarra y la voz, ayudado por un amigo al que recordaremos siempre, Jordi, que tocaba la percusión. Un camionero con el que alguna vez viajó Pepe a Gran Bretaña. Por allí, asomábamos los viernes o sábados con otros amigos (algunos de ellos ya no están entre nosotros, pero inolvidables), Paco Vidal y Manolo Morillas. Y entre los que conocí de La Alberca, o que vivían allí aparecían Paco Díaz, que también cantaba y tocaba percusión, y Pepa, su mujer, con aquella voz tan bonita cantando cosas de Ana Belén. Nuestra amiga Nassera venía también, cantaba canciones clásicas francesas, tipo Piaf, o de folklore argelino. Aún las canta, cuando ocurre una buena ocasión, junto a su marido, Pedro, verdadera voz del flamenco en La Alberca, muy conocido ya por sus saetas cuando son profesiones en la pedanía.

Por aquellos tiempos era pedáneo de La Alberca Manolo, el de las cortinas, muy recordado por su buen hacer en asuntos municipalistas y de gestión en la Junta de Vecinos. Y por allí asomaban gente también conocida como el cirujano De Prado, Paco L. Baeza, Pepe Carrillo, Leontino y Pepa Vera, Mary Carmen, Emilio e Hilaria, que bailaba flamenco, o Enrique y Loly, que cantaba boleros y que tanto le gustaban a nuestro amigo Ángel Montiel. De La Alberca son también Pilar, la mujer de Pascual, el joyero, que cantaba también, como lo hacían Beatriz Lira (estuvimos con ella buscando sus antecedentes, a su abuela, Lira, desesperadamente, en Palermo) con su marido Felipe, el pintor, que también cantaba. Y Pepe López, o José Miguel, el maestro, que ha fallecido hace unos días. Y todos aquellos que se sumaban pronto a la fiesta de aquellos inolvidables y piratas fines de semana.

Esto es lo que he venido a decir en la magnífica revista de fiestas de La Alberca, que este año ha tenido un buen diseño y con programa que va desdes bailes de los equipos infantiles de Loly Escribano, hasta cantantes como Jorge Soria y muchos tributos, destacanado el que se hará muy pronto al rock. Mis amigos y yo mismo hemos sido, y somos, muy festeros, y hemos montado muchas fiestas por cualquier motivo de santo o cumpleaños. Pero nada como aquel lugar, El Pirata, al que hace unos días hemos recordado con una fiesta, y donde se concedía un prenmio de cuentos. Y es que La Alberca (siempre lo he dicho) tiene algo, allí pasa algo. Han nacido en esta pedanía, o han vivido, artistas de todos los tipos, tanto musicales como plásticos o literarios. Se les conoció genialidad y tenían su vivienda en La Alberca, o su residencia, Bonafé, Gómez Cano, Enrique (México) Larrosa, sobrino de Blas, el de La Puxmarina de Murcia; profesores como Tierno Galván, poetas como Emilio Masiá, y otros pintores o escultores, artistas que o vivieron o convivieron por allí, como los que fueron y son Juan Bautista Sanz,Vicente M. Gadea, Chelete Moreneo, A. Albacete, Pepe G. Marcos, Pepe Planes, Lolo, Medina, Severo Almansa, J. M. Galiana, Ángel F. Saura... Nombrarles a todos es complicado para mí, porque siempre quedará alguno en el olvido inexplicablemente, pero he de sentir la emoción contenida de una verdad: en La Alberca pasa algo.

Tal vez su clima, la belleza de sus viejas torres de casas antiguas, el trazado de su zona residencial o el recuerdo de La Alberca vieja, ahora tan trasformada y peor que estará en poco tiempo debido al Plan General de Ordenación Urbana de Murcia. En la zona junto a la Nueva Alberca pronto quedará solo ladrillo y cemento. Un desastre si lo comparamos con lo que un día fue La Alberca, recordada siempre por ser uno de los lugares más respetados urbanísticamente.

Tal vez sea el ambiente de su Plaza de Abastos, un lugar para el encuentro y la convivencia, o el monte de la Cresta del Gallo o El Valle, con sus vistas hacia Murcia; tal vez el clima, o sus fiestas, tan populares y tan esperadas como estas que pronto sonarán por las calles a través de sus músicas siempre alegres. Pero ahora que los cohetes resuenan en el cielo y que la gente se va a la plaza del Casino al festejo lo que conviene es ver el programa de festejos y acercarse a sus encuentros, a los bailes y músicas porganizados por la comisión que preside Joaquín Diaz y un grupo de amigos con muy buen tino. Y no se pierdan los artículos de la revista de las fiestas, sobre todo los que llevan las firmas de Juan Bautista Sanz, Ángel Montiel o Francisco Muñoz. Magníficas enseñas culturales de nuestra pedanía. Felicidades a la comisión de festejos por su acierto en el programa y en la elección de los eventos. Y que ustedes lo pasen bien.