Tanto en Galicia como en el País Vasco ganó la moderación, la estabilidad y las políticas de empleo, el crecimiento y el bienestar social. Alberto Núñez Feijóo, con el respaldo de un Mariano Rajoy absolutamente volcado en la campaña, logró su tercera mayoría absoluta consecutiva, mejorando en porcentajes y obteniendo más votos que el resto de fuerzas parlamentarias. Mientras que en el País Vasco, el PP, de la mano de Alfonso Alonso y también con el pleno compromiso en campaña de Rajoy, ha conseguido convertirse en fuerza política decisiva, en la opción de moderación para que el PNV pueda gobernar.

Aunque se trataban de unas elecciones de ámbito autonómico, el bloqueo político e institucional del PSOE de Pedro Sánchez estuvo muy presente a lo largo de toda una campaña en la que, además, los líderes nacionales tanto del PP como del PSOE se implicaron totalmente, por lo que sus resultados han de interpretarse también claramente en clave nacional. Y, en ese sentido, Pedro Sánchez ha vuelto a cosechar un fracaso total y absoluto. El señor Sánchez ya ha batido todas las marcas negativas de la historia del PSOE en democracia: ya lo hizo en las elecciones municipales y autonómicas de 2015, cuyo descalabro pudo tapar con sus pactos con el populismo de extrema izquierda y cuyos resultados están siendo nefastos para esas comunidades y municipios. Descalabro que ha ido en aumento y que se traduce como una falta de confianza en el socialismo español, hasta el punto, y es lo que es más preocupante y alarmante, de que en Galicia y País Vasco se ha producido el ´sorpasso´ de Mareas y Podemos a un PSOE que, merced a la posición errática, ciega y numantina de Pedro Sánchez, se despeña peligrosamente a la marginalidad en buena parte de España.

Pero ni tan siquiera la debacle, también histórica, sufrida por los candidatos socialistas en País Vasco y Galicia, ambos además absolutamente adeptos al ´sanchismo´, hicieron recapacitar a Pedro Sánchez, que volvió a despreciar la voluntad de los españoles expresada en las urnas y a supeditar los intereses generales a su supervivencia política personal.

Porque el empecinado Sánchez no parece caer en la cuenta de que España necesita con urgencia un Gobierno en pleno uso de sus funciones para afrontar los retos importantísimos que tenemos por delante, como la aprobación de unos Presupuestos que doten de confianza y estabilidad a nuestra economía, el cumplimiento de nuestros compromisos con la Unión Europea y, por supuesto, una respuesta al independentismo que ha secuestrado a Cataluña y la defensa a capa y espada de la Constitución y las leyes, la unidad de España, la soberanía nacional y la igualdad de todos los españoles.

Por todo ello, el Partido Popular, bajo el liderazgo de Mariano Rajoy, va a actuar con la responsabilidad de la que carece el señor Sánchez y hará todo lo que esté en su mano para formar un Gobierno respetuoso con la voluntad de los españoles; un Gobierno, desde luego, que no sea solo producto de la aritmética, sino que responda a la razón, al sentido común y a los principios democráticos básicos y que, por supuesto, no sea rehén ni de los populistas ni de los que quieren romper España. Desde el Partido Popular no vamos a renunciar a formarlo, porque es nuestra obligación y hemos de seguir trabajando en el futuro por el bien de nuestra nación, que es para nosotros lo único importante.