En estos días se ha producido el abandono del PP y C'S en los últimos instantes del pleno municipal de Cartagena, el cual achacan a que se tildó de ´indecente´ una iniciativa y eso es un ´insulto´ que no están dispuestos a tolerar. Honestamente les diré que estuve allí y sé lo que sucedió, y diré más, es verdad que huyen del alcalde, de hecho se esconden de los ciudadanos.

Un alcalde que reclama la solidaridad entre municipios de la Región, la regeneración del Mar Menor y de la vida pública, y apoya a los padres en sus demandas educativas, a los ciudadanos en las de sanidad y a los agricultores en su demanda de agua es incómodo, pero además consigue amortizar en un año el plan de ajuste que atenazaba las finanzas municipales hasta 2022, desatiende a los empresarios de cabecera del anterior gobierno, impulsa proyectos como la Catedral y el Anfiteatro y genera ilusión en los ciudadanos por ser uno de ellos, crea temor e incertidumbre en el establishment local y regional y por eso tratan de hacérselo pagar y rápido.

Estas rancias élites, que han mantenido silenciada a Cartagena, necesitan acciones efectistas y rápidas, porque son conscientes de que, cada día que pasa, el municipio, la comarca, la Región, se despereza, conscientes de la corrupción sistematizada y del régimen de amiguetes instaurado, el mismo en el que la sanidad se privatiza; los colegios son contenedores sin profesores; los juzgados, vertederos de papel, y la Región carece de agua, de infraestructuras y de peso político porque la mediocridad se ha apoderado de las instituciones.

Se fomenta el político ´blanco, de sonrisa amablemente insustancial, que está donde le dicen que debe estar, hace lo que le han dicho que haga, dice lo que quieren oír y sirve a sus señores, que no son los ciudadanos.

No señalaré a nadie, porque cada cual conoce su lugar en esta escena; sólo diré que Pepe López no es uno de ellos y por eso se levantan en su presencia.

Ellos dicen huir del insulto, pero realmente huyen de su presente, que se resignan a aceptar, porque anhelan un futuro como su pasado, plácido, cómodo, políticamente correcto, o lo que es lo mismo, sin contenido, sin sustancia, sin iniciativa, huérfanos de su líder, carentes de vocación de servicio público; es lo que les queda: tratar de impedir la evolución, que no la revolución.

Por fin hay un proyecto, por fin se respeta a todos, da igual ser de un barrio, una diputación, el ensanche o el casco histórico. A todos se escucha, todos tienen oportunidad, y la expectativa de progreso y desarrollo es grande, se acaba el conformismo, se despierta la reivindicación, comienza su problema y se levantan para no afrontarlo. Da igual, les alcanzará, no es municipal, no es comarcal, no es regional, es la realidad de los ciudadanos, que ha dejado de ser intrascendente, porque no puede serlo.