La poetisa Juana de Ibarbourou tuvo que recurrir a una larga lista de sinónimos „«No tengo ni dudas, ni celos, ni inquietud, ni angustias, ni penas, ni anhelos»„ como si el lenguaje se le quedara corto para desmentir su supuesto mal estado de ánimo. Y podría haber añadido angustia, comezón, descontento, desazón, disgusto, malestar, rabia, reconcomio, remordimiento, pesar y muchas más. Pero si hubiera escuchado la voz popular, le habría bastado con reconquija para designar esa desazón interior que se produce como reacción a palabras o actuaciones de las que, tardíamente, nos arrepentimos; porque la reconquija y la voz reconquija son reiterativas y persistentes, como un comecome que nos va remordiendo, golpeando y erosionando sin que los demás se den cuenta. Y en frase negativa dirá de la falta de empacho o de escrúpulo con que hacemos algo que estamos seguros de que no nos provocará pesar o culpa, es decir, reconquija. Pero si este les parece vocablo demasiado bronco, recurran a regomello, que viene a decir lo mismo. Y no tengan ningún regomello o reconquija en utilizarlas porque ninguna palabra describe mejor estos malestares latentes.