En un mercadillo de la localidad de Pravia conocí el ajo negro con miel. En el mostrador vendían frascos de miel con ajo negro. Si el ajo fresco es alimento de múltiples cualidades curativas, al fermentar se potencian sus propiedades nutracéuticas: es más nutriente, dietético, energizante, antibiótico, antioxidante, fungizida... en suma, manjar farmacéutico. El ajo fresco, sometido entre veinte días y tres meses a la presión, temperatura y humedad adecuadas, se vuelve negro, ajo concentrado, se transforma en una pasa de ajo que potencia el sabor de la miel y la vuelve divertida, sorprendente y magnífica, por ejemplo, para adobar carnes. Ajo y agua, el grosero apócope que sustituye a resignación, debería cambiarse por ajo negro y miel. Oye, ¿que los políticos incompetentes no se ponen de acuerdo y hay nuevas elecciones? Pues, ajo y miel.