El asesinato y descuartizamiento de una familia brasileña en un chalé de Pioz (Guadalajara) ha sido un ajuste de cuentas, según todas las informaciones. Ajuste de cuentas: acto de tomarse la justicia por su mano o vengarse. Sugiere una cuenta pendiente entre particulares resuelta al margen de la ley. Cuando sabemos de estos crímenes horribles sabemos también que suceden entre personas que se arreglan entre sí de esa manera porque han escogido un territorio de comercio de bienes y servicios al margen de la ley.

´Ajuste de cuentas´ nos mete de bruces en una contabilidad que no es la nuestra. ¿Qué debía esta pareja brasileña para que entrara en la factura el degüello de sus hijos, una niña de cuatro años y un niño de uno? Como no sale la cuenta, la policía ha recurrido a otro cliché que también entendemos desde esta orilla de la ley: «Los asesinos querían mandar un mensaje».

No sabemos cuál era la cuenta pendiente ni a quién va dirigido el mensaje pero nos hacemos idea de cuál es, sin necesidad de leer su texto, muy corto, porque va escrito en un soporte de vidas humanas con las letras mayúsculas de los cuerpos minúsculos de los niños. Esto lo entendemos también porque vivimos sometidos a todos los mensajes que nos quieren mandar todos los que tienen capacidad para hacerlo. Los asesinos están aplicando dos estrategias de curso legal.

Una: la actitud ejemplarizante que, de vez en cuando, nos ofrecen la ley o la moral sin que les avergüence cargar en alguien el peso de lo que merece y el de otros que, mereciéndolo, no cargaron. En lo ejemplarizante se comete una doble injusticia: se castiga de más a uno y se aumenta la impunidad a otros.

Dos: el uso de la propaganda, la publicidad y la concienciación que para hacer llevar un mensaje a un pequeño grupo de personas bombardean indiscriminadamente a toda la población a todas horas.