José Luís Cordeiro tiene nombre de gallego, pero es británico. Científico, ingeniero y socio fundador de la Universidad de la Silicon Valley, es perfecto conocedor, y espectador de primera fila, de los avances que se están desarrollando allí, en la meca de la tecnología biológica y biónica. Y no tiene ningún empacho en ponerle fecha al stop a la muerte, e incluso a la marcha atrás o rejuvenecimiento: año 2.050, aproximadamente? Yo he sacado cuentas y me va a pillar por los cien años, así que no me lo voy a pensar mucho y voy a pasar de eso. Apuntalar a un viejo de un siglo me parece una chapuza, aunque ese viejo sea yo. Mejor me largo de aquí cuando el cacharro orgánico ya no funcione con la mínima dignidad? Entonces, diré good bye, no sé si nos veremos, pero ahí os quedáis?

Este hombre asegura firmemente que «los robots no heredarán la tierra», y lo aclara con toda su seguridad, «pues los robots seremos nosotros». Incluso se atreve a afirmar, con la misma rotundidad, plazos que están a la vuelta de la esquina: «En 2.029 el ser humano no sabrá si está hablando con un igual o con una máquina». Estamos tratando de aquí a trece años, joer, que un servidor, si un susto no lo remedia antes, tendrá ochenta y pocos tacos, y ya me dice este tío que me pueden convertir en un medio robockop, entrando en un taller de recambios y cambiándome piezas biológicas gastadas por biónicas nuevas? De hecho, en apenas una jodida década, el conocido test de Allan Tousing comenzará a hacerse realidad, y el personal podrá estar permanentemente conectado a Internet sin aparataje complementario, directamente desde el propio cerebro. Alucinante. ¿Se imaginan a millones de seres alucinados por las calles y plazas de las ciudades, buscando Pokémon que solo existen en su trastornada y trastocada cabeza?

Existen células inmortales. Son las células germinales, las del Hela, las de los propios cánceres, células que no envejecen. Es trágicamente curioso, pero es una realidad comprobada. La enfermedad más mortal que existe encierra el germen de la inmortalidad. Y esto está demostrado. Desde 1.951 concretamente. Lo que pasa es que a estas investigaciones biológicas se les están adelantando en la carrera científica las investigaciones biónicas. Ésta segundas son las que se desarrollan en Silicon Valley, California, y todo apunta con casi absoluta certeza al advenimiento de una inteligencia artificial que dará paso a un 'posthumanismo'. Lo que pasa, una vez llegados a este punto, es que Cordeiro prefiere hablar de 'transhumanismo', una nueva filosofía donde la ciencia y la tecnología se combinen ambas, 'fusionándose' con el ser humano, a fin de desterrar sus limitaciones, y elevarlo a un estadio superior? a 'la muerte de la muerte', como a él le gusta repetir? Y puede prometer y promete que, dentro de unos treinta años empezarán a ocurrir estas maravillas.

Incluso el hecho de hablar, que, en opinión de este profesor, se trata de una capacidad primitiva, está convencido que en el futuro más inmediato se irá perdiendo, siendo sustituído por un sistema telepático y directo, gracias a los avances tecnológicos, «como si de magia se tratara», asevera el gachó. Y todo eso suena muy bien. Pero tengo un par de ídem en mi ya menguado caletre del que sé que ya no se va a beneficiar de tales adelantos. Un pero es cómo leches se va a mantener una humanidad donde ya no muera casi nadie, y dónde están esos recursos económicos con que hacerle frente. ¿Qué se va a hacer? ¿una obsolescencia programada, como en las bombillas? Y el otro pero es todo ese inmenso poder instalado en cerebros que aún no han pasado el estadio evolutivo del gregarismo, la estupidez, la insolidaridad, el egoísmo, la maldad o la incultura inculcada ¿a qué nos llevará? Está visto que la ciencia y la técnica corren más que la educación, así que?

Por eso mismo que, bien pensado, creo que me reafirmo en lo del principio. Aunque la Seguridad Social me cubra todo eso, que ni loco me lo creo, un servidor iba a rehusar. Me apeo del garito. No me gustaría vivir en un mundo eternamente idiota. Desde ya mismo, y sirva el presente como acta de mi firme decisión que aquí mismo firmo y confirmo. Presento mi dimisión formal a semejante cosa.

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