Contaba en cierta ocasión Gabriel García Márquez que mantuvo durante más de dos décadas en su cabeza Cien años de soledad porque le faltaba una de las cuatro patas sobre la que se tenía que asentar la que iba a ser su obra maestra. Sin esa pata su creación estaba coja y no sería hasta un día de finales de 1965 cuando -como él mismo dijo- tras «un cataclismo del alma», se sentó para alumbrar, 18 meses después, una de las grandes joyas de la literatura universal. Pensaba en la solución tan gráfica que diseñó Gabo para resolver su rompecabezas y la trasladaba a uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos todos los que vivimos en esta Región: el Mar Menor. Una buena parte del PIB murciano se juega en este campo de batalla y la recuperación o destrucción de esta zona emblemática para futuras generaciones dependerá de cómo se desarrolle la partida en la que participamos todos.

Cinco, y no cuatro, son las patas sobre las que se asienta esta gravísima crisis medioambiental: políticas (para nuestra desgracia); económicas (muy importantes, pues chocan los intereses del turismo y de la agricultura regionales); judiciales (ya saben que no hay cuestión que se precie que no termine en los juzgados); científicas (creo que son los expertos, si los dejan, los que salvarán el Mar Menor, aunque no sabemos a costa de qué) y, permítanme, personales o sentimentales o individuales (de todos aquellos vecinos que han tenido en estas playas su lugar de veraneo y que asisten impotentes al desmoronamiento de una forma de disfrutar las vacaciones distinta a todas).

El presidente regional, Pedro Antonio Sánchez, ha empeñado su palabra en que «lo que hemos visto este verano en el Mar Menor no se va a repetir» y ha impulsado un ambicioso plan para regenerar la laguna que tiene su punto de partida en la constitución de un comité de asesoramiento científico en el que no habrá, en teoría, políticos, aunque no sabemos si medrarán en las reuniones previstas. El jueves asistimos al inicio de un nuevo curso político en la Asamblea Regional que sonó a la misma canción cansina que llevamos oyendo esta legislatura. Nuestros parlamentarios se tiraron los trastos a la cabeza, se culparon de la inacción ante el problema a lo largo de tantos años (en esto llevaban razón Sánchez y Rafael González Tovar, porque sus respectivos partidos (PP y PSOE) son responsables y culpables de la situación en un porcentaje muy importante) y fueron incapaces de acercar posturas y demostrarnos que, ante un tema espinoso, son responsables. Ya sabemos que el Mar Menor es una ruina, ya sabemos que hay muchos causantes de tal deterioro, ya sabemos que muchos habitantes de la zona están muy cabreados con lo que ha sucedido este verano. Y ahora, ¿podemos trabajar por un objetivo serio que posibilite la recuperación de la laguna?

La Unión Europea acaba de poner su mirada en el Mar Menor mediante un expediente impulsado por la eurodiputada de Podemos Lola Sánchez que puede culminar con una sanción al Gobierno de España. ¿Aprenderemos la lección antes de que nos multen?