Mucho se ha dicho y escrito sobre la negativa de Pdr Snchz (le cito así, sin vocales, como él mismo se bautizó) a investir a Rajoy. Y mucho me sorprende la ola de indignación ante la legítima decisión de un PSOE que sabe que, si se abstiene, el ´hermano´ de la izquierda le va a cargar en las costillas cada pifia que cometa el PP. No es que me fascine Pdr Snchz (me cuesta tomarme en serio a un tío que se levanta una mañana y pone en el Twitter :«Buenos días in the morning»), pero me da coraje que solo se le culpe a él del bloqueo político y nadie se meta con quienes que, a mi parecer, son los verdaderos secuestradores de la democracia española: los grupos nacionalistas-independentistas, primados por una ley electoral con la que necesitan menos votos que otros para lograr unos escaños con los que ningún candidato puede luego contar a no ser que ceda a sus chantajes en forma de referéndums y, en definitiva, privilegios para sus territorios. Cuando nacieron los nuevos partidos pensé, iluso de mí, que por fin la gobernabilidad no iba a depender nunca más de estos partidos excluyentes. Compruebo ahora con tristeza que no ha sido así, sino que la cosa va a peor. ¿Hasta cuándo?