Acababa de convertirse en la avanzadilla del partido en censurar el asalto de Soria al Banco Mundial diciendo que le producía «vergüenza ajena» y, cuando se puso freno a la intentona, advirtió que «el daño estaba hecho» y que «rectificar es de sabios». Rosa Valdeón, por entonces vicepresidenta de la Junta de Castilla León y sucesora in pectore del namber guán, partió a las cinco de la mañana para dejar a las criaturas en Barajas. Se sabía que llevaba una temporada con problemas personales, por lo que tomaba ansiolíticos. La noche anterior durmió ná y menos. No regresó de inmediato por la autovía del Noroeste sino que aguardó a la tarde, se detuvo a ingerir un mini bocadillo con un par de cervecitas y, atravesando la provincia de Ávila, sucedió lo sabido: rozó lateralemente con un camión; éste realizó una maniobra y paró en el arcén; dio las luces; ella pensó que era porque llevaba las largas pero, como sorprendentemente no sintió golpe alguno, continuó hasta que cerca de casa fue detenida por la denuncia del camionero que le tomó la matrícula y, al dar positivo, Valdeón ya no es vice tras truncarse de manera brusca el carrerón que llevaba.

Teniendo en cuenta que el 99,99% de los cargos del partido no critica ni a dios por mucha grima que le dé lo que sucede a su alrededor, ¿se sabe quién es el transportista? ¿Alguien conoce si es la primera vez que cogía esa ruta? Y dado que Martínez Maillo, vicesecretario de Organización, número tres del organigrama, es paisano y enemigo íntimo de la accidentada con lo que de vacío no se irá, ¿se ha comprobado la carga que portaba en la parte cubierta del vehículo quien puso alerta a la Guardia Civil? ¿No habría algún detective conectado a ordenadores de última generación sustitutos de aquellos destrozados en Génova? A los mandones orgánicos zamoranos, que ni chistaron con Soria, les ha faltado tiempo para señalar que no se entiende que Valdeón mantenga otros cargos. Y aunque nada se sabe de la identidad del denunciante, apuesto lo que quieran a que tiene el carné.