Evidentemente no es lo mismo una cosa que la otra. No es lo mismo estar buena y ser muy atractiva, a ser buena profesional y una máquina en tu trabajo. Sin embargo, ocurre a veces que canales de televisión, directores y empresarios se empeñan en ´meternos con calzador´ a caras bonitas, estrellas de la cadena, en programas que con buenos formatos, geniales concursantes y fieles seguidores, cambian a gran velocidad, registrando los peores datos de audiencia de su historia gracias a estas caras bonitas.

Imagino que muchos lectores sabrán que me estoy refiriendo a ´presentadoras´ como Sara Carbonero y Pilar Rubio. Mujeres que disfrutan de un gran atractivo físico, pero que no tienen absolutamente nada que ofrecer a la cámara, salvo un primer plano estupendo, ni al espectador. Personalmente, creo que el caso de la segunda, fiel enamorada del futbolista Sergio Ramos y madre entregada, es más grave que el de la primera puesto que programas de éxito como Operación Triunfo se lo dieron hechos.

Dos años después de su fichaje por El Hormiguero sigo sin saber exactamente cuál es la función de la ´presentadora´ en uno de los programas de entretenimiento de más éxito de Antena 3, que tan pronto una noche aparece bailando flamenco como otra nos enseña las bondades de los abdominales hipopresivos para recuperar ´cuerpazo´ después del embarazo. Es un despropósito que pone en evidencia una vez más su falta de talento, profesionalidad y gracia natural.

El caso de Sara Carbonero, también fiel enamorada de otro de los capitanes del Madrid y mamá entregada, no es menos escandaloso y vergonzante por el hecho de que le hayan dado formatos a estrenar de contenidos frescos y distintos que con un poco de gracia y naturalidad podrían haber cosechado buenos índices de audiencia.

Lo más gracioso de todo esto, o trágico, es que habrá más de una feminista iluminada que cuando lea estas palabras dará por sentado que mis opiniones vertidas en esta columna son fruto de la envidia frente a sus físicos imponentes y las ganas de sumarme al ´boicot´ que se ha organizado contra ellas por ser tan guapas. Y siento decepcionar a todas esas defensoras de la igualdad entre hombres y mujeres, pero nada más lejos de la pura y cruda realidad que es que ninguna de las dos posee talento, aptitud y gracia natural para defender un programa.

Las criticas hacia ellas no son fruto del machismo ni del resentimiento, sino de la indignación y la incredulidad ante un ´machismo encapsulado´ del que ellas son conocedoras y se aprovechan, y de la falta de rigor y buen hacer a la hora de seleccionar a profesionales periodísticos en este país.

En la calle, en las universidades y en sus casas, por desgracia, habrá cientos de mujeres periodistas válidas e inteligentes, perfectamente aptas para conducir con gracia y facilidad espacios televisivos de éxito que a causa de una manipulación escandalosa no gozan de las mismas oportunidades que las estrellas estrelladas Carbonero y Rubio simplemente porque a pesar de ser buenas no están buenas.

Está claro que todo esto es más que políticamente incorrecto y más de una se echará la manos a la cabeza por no querer hacer frente a la realidad aberrante y verdaderamente machista que deberían combatir las mujeres que luchan por la igualdad de derechos y oportunidades en este país en nombre de todas las mujeres y no perder el tiempo en discursos manidos y trasnochados que en pleno siglo XXI ya no convencen a nadie sobre que los fracasos de estas ´presentadoras víctimas´ responden a complots, envidias y a la misoginia de productores televisivos porque al igual que el discurso/pulso de Pedro Sánchez para hacerse con la Moncloa la historia ya no cuela.