Es difícil tener la suficiente perspectiva desde el presente para saber si está viviendo una evolución o una revolución en un fenómeno específico. Porque, entre otras cosas, las evoluciones no son, a veces, otra cosa que revoluciones vistas a cámara lenta. Eso es lo que parece estar pasando con el empleo: parecía una evolución que empieza a tener cada vez más visos de una auténtica revolución.

El primer síntoma claro es la desaparición progresiva de empleos en el sector industrial y manufacturero. De hecho, la traslación a China y al Sudeste asiático de multitud de empleos en fábricas parece que solo ha supuesto una ralentización temporal del fenómeno. Pero es hoy en la misma China donde los empleos manuales en el montaje de productos industriales están siendo progresivamente sustituidos por robots, cada vez más flexibles, baratos y sofisticados. FOXCONN, la empresa manufacturera de referencia que, por ejemplo, monta los iphones desde su lanzamiento, ha anunciado recientemente que incorporará en los próximos años un millón de robots en sus factorías, y ha empezado ya despidiendo 60.000 empleados de una de ellas este mismo año. La gran esperanza de que África sustituyera a China como la gran factoría del planeta una vez que los sueldos en este país se normalizaran en términos occidentales, ha desaparecido del horizonte. Los chinos, con sus clusters de proveedores perfectamente estructurados no van a dejar escapar la manufactura de productos, sencillamente porque se harán más competitivos utilizando la última generación de robots.

La cuestión es saber ahora si el sector servicios será capaz de absorber el exceso de empleo resultante de la robotización de la industria, como ya fue de capaz de hacerlo con industrialización de la agricultura. Y la respuesta es que no. Miremos por ejemplo a los servicios de logística y el transporte. Los drones, los coches y camiones autónomos acabarán con los taxistas, los repartidores y con los camioneros, o al menos hará que disminuya sustancialmente el número de empleos en estos sectores. Otro refugio típico en el sector servicios ha sido el de los centros de atención telefónica. Al fin y al cabo ¿puede un programa sustituir de forma convincente a un ser humano a la hora de atender a otro ser humano? La respuesta vuelve a ser que sí. Es muy posible que ya hayas chateado con un robot si has utilizado el sistema de ayuda del Apple Store vía internet, sin ir más lejos. La inteligencia artificial y los sistemas expertos lo están haciendo posible y muy real. ¿Qué pasará en este nuevo mundo que viene? Yo no lo sé, desde luego. Solo confío y deseo que seamos lúcidos, creativos y razonables a la hora de encontrar alternativas. Por nuestro bien, por el bien de nuestros hijos, y por el futuro de los hijos de nuestros hijos.