Estamos viviendo un momento esplendoroso de turismo extranjero en España. De enero a junio, los ingresos recibidos han sido más de 38.000 millones de euros. Las causas son por todos conocidas. No nos paremos en ello. Si acaso, sí reclamar que la parte alícuota de la Región de Murcia debe de aumentar, porque es demasiado baja para el valor potencial que realmente tiene. Seguimos siendo unos desconocidos en el mundo. Si acaso, se nos conoce por estar al sur de Alicante. Es lo que hay. Y todo lo que seamos será porque nos empeñemos con inteligencia y esfuerzo en ello.

Pero todo ese dinero se nos va en la factura de la importación de productos energéticos que requiere España. Somos totalmente dependientes del exterior. Si pasa algo en algunos de los países de los que importamos el petróleo o el gas, o no nos llegará el combustible -y habrá que parar las industrias y gran parte de nuestras actividades- o nos subirán el precio y se vaciarán nuestros bolsillos.

Sufrimos, por tanto, un desequilibrio impresionante en nuestras cuentas con el resto del mundo. Se nos escapa una cantidad muy importante de divisas para pagar nuestras necesidades energéticas. Más de 65.000 millones de euros al año. Insisto, casi la misma cantidad que los ingresos por turismo. Si disminuyéramos esta factura, que representa el 25% de nuestras importaciones, tendríamos claramente un superávit. Lo que equivaldría a mayor riqueza, más puestos de trabajo y más independencia política del resto de países.

Tenemos que preguntarnos qué podemos hacer.

Primero, concienciarnos de que la actual política energética nos hace pobres, muy pobres. Hay que cambiarla.

En segundo lugar, dando por hecho que en 30 o 40 años habremos conseguido que las energías renovables nos liberen de los gases contaminantes de las energías fósiles y del déficit generado con el exterior, tendremos que decidir la política energética de este período que nos queda por vivir hasta llegar a la independencia.

Y les pido a aquellos que piensan que no hay que hacer nada, que piensen que en algo hay que actuar. Si no fuera así, a los españoles nos supondría tener que pagar en el exterior, 2,5 billones de euros. ¿Se imaginan lo que podemos hacer con ese dinero? Dos veces y media el PIB de España.

Por tanto, hay que explotar el petróleo y el gas del que disponemos en nuestro país. La inversión hay que amortizarla en 40 años. Pero seremos menos pobres y más independientes. Esta política siempre está bien vista por el Gobierno central, gobierne quien gobierne, pero al llegar a la periferia, a las autonomías y a los ayuntamientos, se encuentra con una oposición frontal, normal de quien no tiene responsabilidades de gobierno para el conjunto de España. Más sentido común y más visión global.