A pesar de que muchos barones y ex dirigentes socialistas ´inclinan´ a su secretario general, P. Sánchez, para que de la abstención o el sí a la gobernabilidad de Rajoy, este no se lo merece. Ni tampoco es la solución, aunque Felipe González en uno de esos exabruptos suyos neoliberales, de ´abuelo cebolleta´, diga que el PSOE deba hacerlo. Más bien Mariano Rajoy es el bloqueo institucional y el atasco a pesar del fontanero fiel, Rivera, que cambia en un mes el no por la abstención, y en dos días, ésta, por el sí.

Todo quisque viviente se atreve a dar consejos -órdenes- sobre lo que debe hacer el PSOE sobre la investidura de Rajoy. Dice el actor Antonio Banderas que una simple abstención del PSOE en la investidura no significa que se esté apoyando las políticas de Mariano Rajoy.

Sigue diciendo el actor malagueño que después de eso -abstenerse técnicamente- y formando un gobierno en minoría del PP (137 escaños) pues que se ejerza con sumo rigor la oposición. En parecidos términos se expresan Alfonso Guerra y algunos ex dirigentes sociatas -desaparecidos en combate en los años de la crisis, la corrupción institucional y la abolición de muchos de los derechos constitucionales de los españoles-.

Como Guerra dicen también los voceros mediáticos del Ibex 35 que la abstención generalizada para facilitar gobernar a Rajoy sería buena y responsable. No sabemos si eso se refiere más a los intereses del Ibex 35 y de los mercados financieros que al de los españoles.

Lo que si está claro es que la abstención técnica supondría casi el suicidio de los socialistas en esta legislatura. De todas maneras, de qué le valdría al actual presidente en funciones -y al PP- gobernar en solitario con solo 137 diputados frente a los otros 213, si sus leyes estrellas de la anterior legislatura se irían cayendo una a una en continuas votaciones de todos, o casi todo el Parlamento, en contra suya?

El PP no llegaría solito ni a mitad de legislatura viendo aniquiladas su inútil y sangrienta reforma laboral, la ley de Educación (LOMCE), ley de Dependencia, ley Mordaza, etc., etc. De nuevo tendríamos terceras elecciones, más tarde o más temprano, porque el PP no soportaría tanta presión de toda la oposición en contra suya, sin capacidad parlamentaria para impedirlo ¿Para qué admitiría el PP esa abstención técnica temporal, si luego una oposición dura, durísima, como dicen, acabará llevándoles a una gobernabilidad insulsa, imposible?

¿Para qué otorgarle, entonces, esa abstención técnica en aras al interés de España? El bien de España será otro: no volver a darle un cheque en blanco a Rajoy para que no siga pisoteando los derechos sociales y económicos de los españoles. Sin embargo, se desgañitan los voceros mediáticos de la derecha, en cada plató de TV y en sus medios de comunicación, pregonando que el PSOE debe facilitar la gobernabilidad del PP por sentido de responsabilidad institucional. Se le exige a los socialistas que deben sentarse a negociar unas cuantas cuartillas sin apenas contenido de calado, maquillar la reforma laboral y retoques socioeconómicos de pacotilla.

El PP no va a cambiar nada sustancial de su programa, y en caso de negarles la investidura, nos aboca a unas terceras elecciones, echándoles la culpa a socialistas y a todos los que se oponen a la gobernabilidad de Rajoy y al sentido de Estado.

No vamos a ser tan tontos de fiarnos, y creer que el PP va a cambiar de ser, como dice Rivera hasta hoy mismo, «un partido imputado por corrupción generalizada».

Lo que nos preocupa es la ingenuidad negociadora del aprendiz Rivera; se están partiendo de risa en el comité ejecutivo nacional del PP sobre sus propuestas -condiciones- de chufla.

¿Vamos a pretender que el PP se va a tirar toda la legislatura cediendo y reformando lo que ha hecho con mayoría absoluta en los últimos cuatro años?

Entonces, ¿para qué gobernar así, con el freno echado y sin posibilidad de alegrías?

Es preferible, dirán los de la gaviota azul, unas terceras elecciones ahora en noviembre, o en febrero o en mayo próximo. Van a estar atosigando continuamente al PP, y estos defendiéndose en minoría -para en definitiva perder- lo conquistado en la anterior legislatura. Eso es lo que están pensando todos los dirigentes peperos, menos Rajoy. Por eso se le debería exigir al gallego registrador de la propiedad ajena que él también ejerciera su sentido de responsabilidad institucional y se apartara, que es lo que reclaman casi todos los partidos, especialmente C´s y PSOE. Una gran muestra de generosidad rajoniana sería ceder el paso a otro candidato del PP, o a un independiente, o facilitar un gobierno alternativo a los populares, de más de 13 millones de votantes, que desean el cambio, la regeneración y el interés general de los españoles. Y todo esto sería por el bien de España, claro.