Era 7 de julio, San Fermín, cuando se echó la mochila al hombro y se marchó a Alemania con cara de susto pero con paso firme. Al igual que le ocurrió a miles de jóvenes, la oportunidad aparecía exiliada, lejos de su país. Podía prosperar en su carrera, aprender del oficio que más le gusta, crecer profesionalmente. Dejaba atrás la zona de confort, el cariño diario de la familia y la bacanal de los amigos, para embarcarse en la gran aventura de su vida con el desafío de descubrirse a sí mismo. Porque aquel billete rumbo a Dresde también incluía un pase a la vida: la experiencia vital de vivir solo en un entorno desconocido y con un idioma entonces casi infranqueable. Ahora, años después de aquel día de San Fermín, él ha vuelto. Regresa con una mochila que ya no es la misma, que contiene todavía incertidumbres, buscando las certezas y seleccionando los buenos recuerdos. El sabio sabe más cuando más duda, que diría Sabina. Aun así, el tiempo (te) mostrará que mereció la pena aquel valiente viaje. Bienvenido a casa.