Dicen que en verano aumentan los divorcios y es que, en este caso concreto, el roce no hace el cariño. Para muchas parejas las vacaciones son sinónimo de mucho más tiempo juntos y, por lo tanto, más posibilidades de discusión. Sin embargo, en contra de la teoría más popular, para otras éste supone un tiempo extra para poder disfrutar e incluso descubrir cosas de tu cónyuge liberada del estrés, los problemas y las preocupaciones del trabajo y del día a día. En muchas ocasiones el ritmo de vida no permite prestar demasiada atención a lo importante, y es durante el descanso estival cuando una toma conciencia de ciertas actitudes y valores de su compañero. Sea cual fuere el caso en el que uno se encuentre, hay ciertas pruebas que una debe superar en una relación de pareja, también o incluso más en verano. Sin ánimo de generalizar ni alimentar estereotipos -bien sabéis que esta columna es algo divertido- relataré algunas de estas circunstancias con las que yo misma y mis allegadas nos hemos encontrado a través de las cinco frases más repetidas por los hombres.

Cariño, ¿dónde está mí…? O las diferentes versiones de este mismo concepto, incluyendo la peor de todas, o al menos la que peor nos suele sentar a nosotras. «Cariño, ¿dónde has puesto mí…?» En la que no sólo se liberan de toda la responsabilidad, sino que depositan en ti toda la culpa del extravío de uno de sus preciados enseres: cartera, gafas, llaves del coche… Además, lo suelen vestir siempre con el ‘cariño’ delante intentando, malogradamente, evitarnos el disgusto.

Este elástico me aprieta. Aplicable fundamentalmente a los calzoncillos, aunque también puede usarse con los pantalones, bañadores y otras prendas de ropa. Así que una va a la mercería buscando modelos ajustables para que no les resulten incómodos.

No he dormido nada. Cuando se ha tirado tres horas de siesta o lo oías roncar profundamente desde el salón.

¿Qué comemos hoy? Como si con el metre de un restaurante estuviese tratando. Quizás espera que le des tres primeros, dos segundos y varias opciones de postre. Para evitar este ‘sketch’ he optado por elaborar un menú semanal que cuelgo en el frigo y que además resulta muy práctico para la organización familiar.

¿Qué me pongo? Por si no tuviéramos bastante con ser chef también tenemos que ejercer de modistas, estilistas o, como se dice ahora, ‘personal shopper’, preparando las combinaciones de ropa cada mañana para que se vean guapos y apropiados, porque a ellos les da igual, en algunos de los casos, o lo que es peor, porque pasan de conjuntarse.