Cualquiera que se haya aficionado a los documentales de catástrofes aéreas habrá llegado a la misma conclusión a la que hace mucho tiempo llegaron los expertos, o sea, que la gran mayoría de accidentes aéreos tiene su origen en fallos humanos. Una de las cosas que más han tardado en solucionarse, por ejemplo, ha sido la facilidad con la que cualquier hijo de vecino podía acceder a la cabina de mando y, consecuentemente, tomar el control por la fuerza del avión.

Como consecuencia, la supresión de los pilotos en la cabina y la conducción del avión de forma automática o por control remoto, o más bien por la combinación de ambos, ayudaría enormemente a reducir los accidentes aéreos y disminuiría el número de sus víctimas, que también hay que reconocer que no es muy alto en la actualidad. De hecho, el único impedimento para que esto sea una realidad desde mañana mismo no es tecnológica, sino puramente psicológica. Curiosamente, los monos nos fiamos mucho más de otros monos a los mandos del aparato y desconfiamos de esas maravillas de la inteligencia que hemos sido capaces de crear mediante la informática y la automatización.

Y no son solo los aviones. Ayer mismo podíamos leer que en la Universidad del País Vasco se experimenta ya con modelos reales de autobuses sin conductor. Y el objetivo de este proyecto no es el ahorro de costes, sino pura cuestión de seguridad en forma de disminución de accidentes. El fabricante de coches Volvo se ha fijado como misión el que en sus coches no muera ni una sola persona a partir del año 2050. ¿Cómo piensa conseguirlo? Pues eliminando el mayor factor de riesgo, que no es otro que el mono -o sea el conductor humano- al control del volante.

No sé los efectos que acabará teniendo la inteligencia artificial y el desarrollo en general de la sociedad del conocimiento sobre el mundo en que viviremos, o vivirán nuestros hijos. Lo que sí tengo claro es que las máquinas inteligentes tienen ya la capacidad de salvarnos y salvarlos a ellos de nuestros y sus propios errores. Yo no dudaría ni por un momento en ponerme en manos de una máquina para que me lleve a donde yo quiero. Me parecen mucho más fiables a estas alturas que cualquier simio más o menos evolucionado intentando manejar una herramienta tan compleja y tan imprevisible como un avión o un coche.