La realidad es todo aquello que nos rodea, que aparenta ser algo; todo aquello que percibimos a través de los sentidos, que son nuestros conductos con el mundo exterior. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando los componentes de una colectividad comienzan a percibir el mundo exterior de diferentes maneras?, ¿vivimos realidades diferentes o vivimos la misma realidad pero la vemos desde otra perspectiva?

Matanzas en Francia y un sacerdote degollado en su parroquia, Kenia, Afganistán, Líbano, Alemania, Siria€, igual cuando usted esté leyendo esta columna, por desgracia, habrán ocurrido otras. Las de Francia y Alemania las percibimos de forma distinta a las del resto. ¿Por qué? Será porque estamos más próximos, son más parecidos a nosotros que los naturales, por ejemplo, de Kenia, Afganistán o Líbano. Nos preocupa y nos duelen más, aunque sea momentáneamente, que las más alejadas. No digamos si en el escenario, o próximo a él, de una de estas barbaries, tenemos a un amigo, conocido o familiar; entonces los sentimientos son muy, muy, muy diferentes y las percepciones adquieren una dimensión de dolor, de angustia, de incertidumbre desconocidas hasta ese momento.

Veamos, ante cada acción terrorista o producto de un desequilibrado reaccionamos lamentando el suceso, incluso adjetivándolo de distintas formas, y ahí, prácticamente, queda todo. Eso es lo que a mí personalmente me ocurre; hasta que llegó el viernes 22 de julio con la noticia de una matanza en un centro comercial de Múnich -Alemania-€ en ese momento mi teléfono comenzó a echar humo: mi hija pequeña vive en Múnich: «¿Cómo estás? ¿El centro comercial está lejos de tu casa? ¿Qué oyes?». «Estoy bien, un poco preocupada. El centro comercial está retirado de casa, mañana pensaba ir allí. La policía ha cortado la línea de bus y ha cerrado el metro. Helicópteros sobrevuelan la ciudad». Así hasta las doce de la noche en la que todo, casi aclarado, intenta volver a la normalidad; en ese intermezzo yo presentando a la catedrática Isabel María Abellán que ha escrito un libro Isidro en el que se relatan historias sobre el campo de concentración de Albatera -tarde perfecta-.

Entenderán que en esos momentos mi percepción de la realidad era muy distinta a la de mis vecinos y amigos. Todo esto me ha llevado a reflexionar sobre el particular, rescatando los pensamientos y sabias palabras de Xavier Zubiri. Zubiri pone luz en aquello que a los demás nos puede resultar tedioso, complicado y/o curioso. Por ejemplo, lo referente a la percepción de la realidad. Cada persona es tal y como es, en cuanto que tiene una manera concreta de enfrentarse con la realidad. El ser humano, puesto en la existencia, no sólo tiene la capacidad de ocupar un espacio, sino también de situarse, y así establecer la forma y el fondo de su enfrentamiento con la realidad.

El conjunto de seres forman una colectividad y en cuanto que somos lo que somos -no siendo los otros- cada colectividad expresará alguna manera concreta de actualizarse en su enfrentamiento con la realidad.

Toda persona es fruto de un proceso en el que intervienen elementos tan diversos como los genéticos, circunstanciales, geográficos, económicos y cualesquiera otros. Importa destacar que la personalización del sujeto es siempre proceso, desde una estructura propia, que es una conquista que no se acaba nunca€ El hombre se consuma, defendía Heidegger, frente a el hombre se inventa de Sartre. Efectivamente, puesto en la realidad, con capacidad de situarme ante ella y con necesidad de relacionarme, yo no soy una posibilidad aséptica y neutra, sino una realidad concreta.

Asimismo, cada uno de nosotros tenemos nombre y como tal no podemos ser cualquier realidad. Siendo cierto que el ser persona radica en ser en proceso histórico, sin embargo, en dicho proceso no todos los pasos son los adecuados ni todas las decisiones acertadas. A través de un proceso, un colectivo de personas adopta la decisión de hacer frente a la realidad de una manera concreta y haciéndola ser, la actualiza de una manera determinada y propia.