Tras los resultados electorales del pasado 20 de diciembre, y los actuales de la última cita del 26J, no cabe duda de que es la hora del Parlamento en nuestra democracia. Desde 1977 jamás vimos un arco parlamentario tan fragmentado, y ello exige un replanteamiento claro de la forma de hacer política si no queremos llevar al país a unas terceras elecciones, con el consiguiente ridículo nacional e internacional y la inevitable y comprensible búsqueda de responsables políticos por parte de un número muy elevado de españoles, que difícilmente iban a entender tamaño despropósito.

Efectivamente, y tras muchos años de mayorías absolutas o mayorías simples muy cualificadas que posibilitaban la formación de una base parlamentaria sólida mediante pactos con determinados grupos minoritarios, la situación actual exige ir más allá y afrontar el escenario con naturalidad y normalidad: la normalidad propia de una democracia europea consolidada.

Ya hemos visto que no todos los actores del juego están preparados para ello. Algunos, de hecho, han mostrado una torpeza o una falta de generosidad, responsabilidad y sentido de Estado absolutamente clamorosa; pero estamos a tiempo de rectificar. Los españoles han dado a sus dirigentes políticos una segunda oportunidad que no puede caer en saco roto.

Para poner en práctica esta premisa, lo primero que hay que hacer es captar con claridad el mandato del cuerpo electoral. Hay una mayoría contundente y evidente en el Parlamento, conformada por el Partido Popular, con 137 escaños, y Mariano Rajoy ha sido el candidato más votado con gran diferencia, mejorando notablemente los resultados respecto a los comicios anteriores, celebrados tan solo cinco meses antes. Un candidato que, con absoluta coherencia y cargado de responsabilidad, hace un llamamiento al resto de fuerzas políticas para la formación de una mayoría parlamentaria sólida y estable que permita la formación de un Gobierno capaz de afrontar los retos venideros de España y continuar por la senda del crecimiento y la recuperación del empleo y la actividad económica, poniendo sobre la mesa desde el primer momento una propuesta de medidas institucionales, políticas y sociales que sirvan de base para el diálogo con todos.

Así lo está demostrando en el Gobierno de la Región de Murcia Pedro Antonio Sánchez, sentándose con todas las fuerzas políticas tras el debate del estado de la Región, dialogando, pactando y formulando propuestas en torno a cinco grandes pactos cruciales para el desarrollo de nuestra Región.

Ahora es el momento del Parlamento, insisto, lo que significa debate y confrontación pacífica de ideas y proyectos. Pero también, y sobre todo, acuerdo, entendimiento, consenso, pacto, generosidad y altura de miras. Términos que ahora pronuncian muchos, pero que requieren ser llevados a la práctica de manera inmediata.

España necesita un Gobierno respaldado por una amplia base parlamentaria, y ahí Ciudadanos tiene la oportunidad de actuar de una vez por todas, integrarse en el sistema político y ayudar a conformar una mayoría de centro liberal y profunda y marcadamente reformista, que ha sido el mandato claro de las urnas. Y al PSOE le toca hacer un profundo ejercicio de responsabilidad, respetar dicho mandato y actuar de forma coherente con su carácter de partido nacional, socialdemócrata y moderado, posibilitando con su abstención la gobernabilidad del país. Y a todos sin excepción, como amplísima mayoría moderada, abrir una legislatura que pueda ser larga y productiva merced a pactos puntuales e importantes que mejoren la calidad de nuestra Democracia y que demuestren que estamos a la altura de las más antiguas y avanzadas del mundo, pues no en vano somos la 12ª potencia del mismo.