En un libro de estadísticas muy antiguo (años 50) en donde se recogen curiosidades de todo tipo „bellezas, coeficientes intelectuales, temperaturas, tallas etc..„ se citaba a las diez ciudades más feas „o más sucias, no recuerdo bien„ del mundo y una de ellas resultaba ser Cartagena. Ya me indignó en su día tal resultado, pero, ahora, 2016, tal cuestión me sirve para valorar el cómo y el porqué de la belleza que presenta hoy la ciudad departamental. Basta dar una vuelta, de arriba abajo, para observar la transformación que ofrecen sus calles y plazas, sus modernistas edificios, museos y centros culturales. Cartagena es hoy, si no una de las diez ciudades más bellas del mundo, sí una gran ciudad. Cuarenta años de democracia y, sobre todo, veinte de gobierno popular, hicieron tal milagro. El alcalde López debiera moderar su discurso.