En el tren de camino a Lorca estuve mirando por facebook un grupo dedicado a esta ciudad. En él había imágenes: del castillo, de sus plazas, y al final del todo, unos comentarios. Los comentarios, para mi sorpresa, no eran de quienes visitan la Ciudad de Sol por casualidad, por vacaciones o por recomendación, sino de los propios lorquinos, algunos de ellos conocidos. ¡La suerte me acompañaba! ¡La indignación terminó con el aburrimiento! ¿Cómo puede ser que no leyera ni un solo comentario en beneficio a que Lorca sea visitada? Todos tenían una pega que indicar: que si los restaurantes, ´los pocos que hay´, están cerrados; que si el calor es insoportable, de día y de noche; que no hay lugares para alojarse, y así uno tras otro. ¡Increíble! ¡Lorca no es profeta entre sus vecinos! ¡Menuda publicidad turística al alcance de cualquiera y dirigido a cualquier punto del mundo! ¡Felicidades, fenómenos!