Mata más la ausencia de problemas que el exceso de ellos. No tengo demasiadas certezas en la vida, pero esa es una. Nada destroza como el vacío. El silencio que no te explicas. El caprichoso egoísmo de cuando te cansas de buscar, y quieres que también te busquen. El escozor mezquino de alguna vida paralela, que es otra cosa, con la que intentas suplir la carencia de vida verdadera, sin conseguirlo nunca del todo. Y cuando no te llaman, cuando no te buscan, te planteas que seguramente eres tú el problema. Eres tú la lacra, eres tú el sobrante de la vida verdadera, que seguirá perfectamente su camino sin ti, porque tú sobras. Y te quedas en casa sin ver a nadie, porque se te antoja que nadie te quiere ver. Un poco como el protagonista de ´El virus del miedo´ de Ismael Serrano. De ahí nacen los dolores y las psicosis: de la falta de problemas, nunca de la sobredosis. La ausencia te desahucia, te convierte en inservible, en personaje sin trama, en escoria. Así que, lo dicho, que prefiero tener problemas a no tener nada. Y otra cosa no, pero, lo que son problemas, a la raza humana se nos da de cine encontrarlos.