Este presente se parece a mi futuro De chaval me encantaba la ciencia ficción. No la de los monstruos, ni el terror que se impusieron posteriormente gracias a Alien y sus secuelas, si no la ciencia ficción de las películas donde la tecnología y los gadgets futuristas eran los auténticos protagonistas. Y cuando veo este presente, empiezo a reconocer cada vez más el futuro que nos representaban esas extraordinarias películas y series futuristas de mi infancia.

Mención especial merecen los gadgets de Star Trek, serie conocida entonces como Viaje a las Estrellas, en la que ya veíamos a los ingenieros manejando sus cifras y sus cáculos pertrechados de lo que ahora llamaríamos sin duda unas prácticas tablets. Las comunicaciones entre los miembros de la nave se realizaban, por otra parte, gracias a unos intercomunicadores con diseño de concha que debieron ser necesariamente la inspiración para los que diseñaron esos primeros teléfonos Motorola de tamaño reducido. Por lo demás, los expendedores de comida de la Enterprise se parecen muy mucho a las actuales y muy recientes impresoras de 3D, algunas de las cuales ya están empezando a imprimir comida de dudosa procedencia aplicando la misma técnica de la superposición por capas que aparece en los artilugios de la serie desde su primera temporada de emisión en los años sesenta.

Y no solo es en Star Trek. Otra película, Cuando el futuro nos alcance, protagonziada por Charlon Heston, ha servido de inspiración a un cachondo mental que ha lanzado una línea de comida sintética llamada Soylen Green, el nombre original del alimento que daba nombre a la versión original de la película. Y digo cachondo mental porque hay que tener bemoles para ponerle a su comida el mismo nombre que el mejunje que „según se descubre al final de la película„ se fabricaba a partir de los cadáveres de los ciudadanos fallecidos en una idílica sala de eutanasias.

Pero el parecido más sugerente entre ciencia ficción y realidad actual no tiene nada que ver con la ciencia, ni con la tecnología ni con los artilugios. El hecho es que caminamos de forma imparable a la legalización y universalización del soma, una droga inocua, fuente de placer y bienestar que los ciudadanos toman con fruición en esa magnífica novela de Aldous Huxley llamada Un mundo feliz. ¿O a qué nos lleva la legalización progresiva e imparable de la marihuana, de momento, sino a un estupendo futuro, cada vez más presente, donde las drogas recreativas serán plenamente legales y estarán al alcance de todo el que quiera consumirlas sin el molesto incordio de la policía moral y de los políticos oportunistas que impiden su despenalización?