Suelo encontrar en mi periódico de los domingos más y más interesantes cosas que a diario: de las que me hacen pensar, admirarme o indignarme, de las que me sorprenden, vaya, haciéndome creer que hay un interés especial en las redacciones por esmerarse y por agradecer la fidelidad lectora en domingo. Y como soy de los del recorte, el subrayado y la anotación al margen (poso de los años en que viví de la escritura multifacética, si bien algo apremiada), me reconozco, feliz, trabajándome la información aunque no haya de utilizarla.

Hace ya unos cuantos domingos me encontré con todas estas noticias, que ustedes también recordarán y que les traslado, que me movieron a la reflexión activa. Primero se describía el Perú electoral, con la angustia absurda de tener que elegir entre una derecha autoritaria (Keiko Fujimori) y una derecha ultraliberal (Kuczynsky), no menos amenazante, y los comentaristas se extrañaban de la escasa implicación del electorado (¿seguro, me dije, que conocen América?). Luego, el papa Francisco anunciaba que echaría a los obispos que ocultasen abusos sexuales, y me dije: hombre, bueno, vaya, veremos? Sí llamó mi atención la información sobre la tendencia de los extranjeros asentados en el Reino Unido a rechazar la UE y su amenaza migratoria: porca miseria. Y en cuanto a que Gaza viviría más aliviada tras la reanudación de relaciones entre Turquía e Israel, porque el presidente Erdogan hace de este asunto causa destacable en las negociaciones, me dije: nanay del Paraguay. Turquía e Israel se quieren repartir el gas del Mediterráneo Oriental y mucho me temo que el resultado para los palestinos sea al revés: que sus derechos en las aguas territoriales sean pisoteados una vez más.

Pasadas las páginas de internacional me topé con algo de lo que se venía hablando en esos días, y que pudiéramos resumir como 'el problema de los robots', con profundas reflexiones sobre si dan empleo o lo quitan. Valiente tontería, me dije, recordando mis inútiles discusiones en mi Escuela, de ambiente politécnico: la tecnología pasó hace mucho de pretender 'aliviar el trabajo penoso humano' a eliminar al hombre en la cadena productiva, y el robot es la repera en este plan (como la electrónica en general, las telecomunicaciones y la informática). El desarrollo tecnológico tiende a la supresión de empleos y funciones, y a sustituir la intervención humana, aunque esto no entre fácilmente en la cabeza a ingenieros y tecnólogos.

Entre los editoriales había uno, destacado, en el que el periódico en cuestión se alarmaba de las posibilidades del sorpasso de Podemos hacia su niña bonita, el PSOE, apoyándose en unas encuestas que no dejaban lugar a dudas? Hay que ver con las encuestas! Muy cerca, Cayo Lara se mostraba todo lo reticente que podía ante el pacto IU-Podemos, con una resignación que movía a compasión. El otro editorial se alarmaba por la extensión del odio en las llamadas redes sociales (subtipo antisocial, supongo), un fenómeno imparable y de consecuencias inconmensurables que hemos creado tan alegremente; no obstante, el texto trataba de compensar este hecho catastrófico con las innegables beneficios de la red? Sí, sí: se buscaba equilibrar el blanco con el negro, evitando ir al fondo del asunto, en este caso la dinámica tecnológica, desmelenada en manos de los intereses económicos, que obtienen ventaja en ambos casos, del bien y del mal.

Me estimuló grandemente el nuevo éxito de Ecologistas en Acción llevando al fracaso en los tribunales los grandiosos planes urbanísticos del Atlético de Madrid con el estadio Vicente Calderón: en realidad, ¿alguien puede dudar de que la más constante, inteligente y generosa oposición contra el sistema y sus aberraciones no corresponda a los ecologistas desde hace años? Mientras tanto, y durante varios días que llevaban ardiendo, los neumáticos de la planta ilegal y multidenunciada (pero bien a la vista) de Seseña envenenaban un amplio área con el supercancerígeno benzopireno. A cambio, las rapaces (varios ejemplares de halcón peregrino) de la gran ciudad 'humanizaban' el panorama, adaptándose para sobrevivir: ¡uf, qué subidón!

Luego, se moría Cassius Clay, aquel Mohammed Alí que tanta sensación produjo en sus días de gloria y en los de hundimiento; y resultaba que había sido 'el rey del mundo' y un 'icono del siglo XX', de lo que en su día no me enteré; menos mal que Sergio Ramírez, el exsandinista, puntualizaba en su columna: «El idiota». De la muerte del joven motorista Luis Salom, estrellado cuando competía, apenas se hablaba, si acaso echándole la culpa a él, por haber tomado la curva mortal «más rápido de lo normal». Odio y denuncio esas dos competiciones motos y coches que considero aberrantes: carreras de motores que llaman deporte; a mí me enseñaron, exagerando muy poco, que el único verdadero deporte era el atletismo, y siempre me lo creí, cuando corría 60, 80 y 100 metros lisos, con sus relevos: también me enseñaron a competir conmigo mismo, más que con los rivales.

Luego, venían noticias muy optimistas sobre la temporada turística, pero me parecieron demodés, tardías y fuera de lugar: los inmensos daños del turismo una de las profecías más serias en la crítica ecologista ya están obligando a importantes destinos turísticos Venecia, Amsterdam, Barcelona a poner desesperado coto porque, si se midieran bien, los males podrían superar a los bienes. Más un pertinente comentario de un viejo amigo economista, maoísta antes que keynesiano, insistiendo en que a las pensiones le quedan unos cuantos telediarios.

¡Ah, y el remate, que no se me olvide! Alguien se alarmaba de que la bellísima Angelina Jolie hubiera sido contratada por la prestigiosa London School of Economics para enseñar no sé qué (da igual, oigan), y me pregunté que cómo se le había escapado este fichaje a nuestro agudo, a la par que rupturista, Mendoza.