A la espera de que en Cartagena se ponga el nombre del primer presidente autonómico electo de la Comunidad a una de sus calles, tal y como se acordó en pleno a fines de junio, se escribe este artículo. Es difícil pero posible poner a la corporación municipal de la ciudad portuaria de acuerdo en algo por unanimidad, y ha sido in memoriam de Andrés Hernández Ros la ocasión para demostrar que es factible. Bien tiene merecido este político que ocupa un papel fundamental en la historia de la Región de Murcia, cualquier reconocimiento que se le pueda hacer, y una especie de justicia natural unida a la objetividad que da el paso de los años para valorar el transcurso de los acontecimientos, hace que sea de recibo rendir honor a quien se comprometió con el tiempo que le tocó vivir para conseguir una sociedad que fuera libre y solidaria.

Su lucha por hacer realidad una colectividad igualitaria la emprendió antes de que llegara la democracia, afrontándola con todas sus consecuencias. Entregado y fiel a sus ideales, se movilizó para organizar el PSOE cuando aún estaba en la clandestinidad, recorriendo pueblo a pueblo y barrio a barrio en el intento de rescatar gente afín, de tal manera que cuando llegó la transición el Partido Socialista Obrero Español ya contaba en nuestra región con un sólido aparato de base. Se hizo cantera de buenos socialistas jóvenes y veteranos, quienes pudieron cantar en Cartagena La Internacional sin esconderse, tras la presentación de la ejecutiva local del PSOE en un acto que tuvo lugar en el cine Sala Azul; ocurrió antes de la Semana Santa de 1976.La emotividad del evento fue tan fuerte y sentida que incluso hubo que atender algún que otro desvanecimiento ante la impresión de volver a entonar ese canto que había estado cuarenta años prohibido.

Ese mismo año, Andrés, junto a una representación de los socialistas que andaban reorganizando la UGT, marchó a Cehegín para solidarizarse con los trabajadores del albaricoque que estaban en huelga. Aquel día, la Guardia Civil descubrió dos ejemplares de El Socialista en el maletero del coche en el que se desplazaban, entonces un delito por ser propaganda ilegal; se saldó con alguna que otra detención.

La figura de Hernández Ros se asocia a la idea de libertad y también al 'ejemplo de diálogo', como resalta el actual presidente de la Comunidad, Pedro Antonio Sánchez, en coincidencia con el secretario general del PSOE murciano, Rafael González Tovar.

Su claridad de ideas, su habilidad natural para liderar, y su entrega al trabajo así como la capacidad para desarrollarlo le hicieron protagonista en la elaboración del Estatuto de la Autonomía. De las anécdotas de sus años de presidencia autonómica puede contarse que, adelantado a su época, demostrando una clara conciencia medioambiental se movilizaba en bicicleta, dejaba su sueldo a disposición de familias que lo necesitasen y paseó el nombre de la Región de Murcia por el resto del país. En una apuesta atrevida por el turismo se fue a Madrid con los moros y cristianos de Caravaca, que pasearon las calles de la capital, siendo alcalde Tierno Galván y consejero de Industria, Tecnología, Comercio y Turismo Enrique Escudero de Castro.

Con la dignidad con la que estuvo en el mundo, Andrés emprendió su marcha en un acto protocolario e institucional que se desarrolló entre banderas a media asta, días de luto y la despedida de cientos de personas que pasaron por la capilla ardiente. Por música se escuchó una impresionante marcha funeraria y un canto a la libertad entonado a ritmo de guitarra por su propio hermano. Se fue entre aplausos, en justo honor a su forma de estar, a su entrega por conseguir una sociedad más justa, a su apuesta por el consenso, a su capacidad de solidarizarse con quienes han tenido que batallar y esforzarse para vivir dignamente.

En 2012 se le otorgó la máxima distinción de la Comunidad Autónoma, la Medalla de Oro de la Región de Murcia. De su paso por el mundo puede decirse que fue un gran hombre, bueno en el buen sentido de la palabra, que diría el poeta, amigo de sus amigos, fiel a sus principios e ideales incluso en los momentos de mayor adversidad que afrontó con lealtad.

Reconocer la significación de la figura de Hernández Ros en la historia política de la Región no es solo justo sino también necesario, pues es preciso que se sepa, sobre todo que se le diga a los jóvenes, que en política siempre ha habido (a pesar de algunos) gente honrada, honesta y preocupada por los intereses de la colectividad anteponiéndolos a los propios. El nombre de Andrés evoca sin duda la honestidad, el esfuerzo, la libertad, el hacer por construir en positivo, la tolerancia, el consenso, la democracia bien entendida, la generosidad? y por todo ello se está a la espera de que una calle lleve su nombre, así como de cualquier otro tipo de reconocimiento que se le pueda hacer a quien vivió dejándonos una gran lección de humanidad e historia política.