El otro día vi una película, la típica comedia romántica norteamericana, en la que entre otros muchos temas los protagonistas debían afrontar a lo largo de una década sucesivas rupturas sentimentales hasta dar con la persona adecuada o aceptar, en el caso de alguno de ellos, que su felicidad radicaba en torno a otras experiencias vitales que quedaban muy lejos de conocer a la susodicha persona con la que compartir su vida y formar una familia.

El film no era nada del otro mundo, pero me hizo recordar otras situaciones reales e imaginarias que había visto en otras películas y series de televisión o que había vivido en primera o en tercera persona. Unos días después, con un lápiz y un folio en blanco al calor infernal de la siesta murciana, me puse a pensar en los fracasos sentimentales, en las excusas que unos y otras suelen dar para abandonar una relación y en los divertidas que pueden llegar a ser las famosas mentiras piadosas que se suelen decir cuando quieras dar por zanjada una relación y no sabes muy bien qué decir para salir indemne de dicho trance.

Echando la vista atrás, tirando de series míticas y de las experiencias reales de amigos y las propias me he reído mucho, muchísimo, y he comprendido gracias al lujo que proporciona la perspectiva y unas cuantas horas de vuelo que nosotros solos convertimos algo increíblemente fácil en un momento difícil y, según en qué casos, bochornoso.

Y es que si analizamos los pretextos para zanjar una relación sentimental desde un punto de vista objetivo y sin contemplaciones nos damos cuenta de que esas excusas que nos dieron o dimos para liberarnos de un compromiso, como por ejemplo «no eres tú, soy yo», «necesito estar solo/a», «no te convengo» o «eres demasiado para mí» son frases absurdas e inconsistentes, sin ningún sentido, que pretenden equivocadamente ser atajos para un momento incómodo cuando en realidad dicha ´senda´ no abrevia el camino sino que lo alarga y dificulta un poco más si eso es posible.

Creo fervientemente, gracias a las hojas de calendario y a la edad, que ante cualquier situación incómoda o desagradable como es en este caso una ruptura sentimental no hay nada mejor que un «no me gustas» o un «ya no te quier» por doloroso o vergonzoso que pueda resultar, para afrontar la realidad tal y como es y evitar a corto o largo plazo posibles elucubraciones y sospechas infundadas que conducen a pérdidas de tiempo en el mejor de los casos o a situaciones hilarantes y ridículas en el peor de los casos.

Soy consciente de que habrá muchos ´tuertos´ que por su ego, vanidad u orgullo solo querrán ´ver´ las típicas mentiras piadosas frente a la cruda realidad que significa no gustar o despertar amor en la otra persona, pero una vez superado el trance que supone la vergüenza del rechazo, se agradece encarecidamente la luz que proporciona la verdad por el respeto que ésta procura a nuestro tiempo y a nuestros sentimientos.