A los referendums los carga el diablo. Su celebración o no responde a si hay o no dudas acerca de una cuestión. Si no hay dudas, nadie reclama su celebración. En caso de duda, la intención de quienes, sectariamente y con insensatez, están a favor de determinada salida al status quo existente, es la celebración de un referéndum. Tras lo cual, la salida o no reflejará una división porcentual cercana al 50% para unos y otros. Si hay salida, el país, región o cualquiera otra castaña, quedará partido en dos mitades. Si, por el contrario, no gana la salida, seguro que unos y otros respirarán con alivio. Lo del Reino Unido y sus consecuencias son un serio aviso de lo que carga el diablo. Forzar una situación similar en Cataluña no tendría perdón de Dios.