Decía una vecina que «una buena capa todo lo tapa». Ella lo decía y lo hacía. Los domingos para ir a misa nunca se cambiaba de ropa, se colocaba la capa, y al rezo. La adversidad llegaba con la entrada del verano. Pues eso es lo que ha hecho el socialista Pedro Sánchez. Ha cogido a la esposa y ha aterrizado a unos pocos kilómetros del Pueblo Indalo, protegido por una gorra, a comer en la playa, no se sabe si chopitos o paella, aunque lo que más le pega, por ideología, es la gamba roja de Garrucha. Y como siempre, había un tonto suelto. Alguien que, en lugar de disfrutar del momento, se convirtió en un avispado gadgeto-fotógrafo, como tantos; y, móvil en mano, se ha pagado las vacaciones. La foto es de mala calidad, aparecen más los cuatro de atrás „que bendita gracia les habrá hecho„ que el político, y si algo es la instantánea, es de mal gusto. ¡Arriba la intimidad!