Los morosos fiscales de España (4.768 no contribuyentes entre personas, clubes deportivos, empresas y administraciones) deben 15.700 millones de euros, dato que hemos conocido en la semana en que muchos ciudadanos cumplíamos con nuestras obligaciones con el fisco. Hay que tener en cuenta que para entrar en este prestigioso club de contribuyentes incumplidores hay que adeudar más de un millón de euros, de lo contrario no pasas del anonimato. Para que se hagan una idea de la cantidad que supone el fraude deben recordar que el próximo Gobierno de España -ese que esta vez no tendrá más remedio que formalizarse con los resultados del pasado domingo- tendrá que cometer un ajuste de 8.000 millones de euros obligado por Bruselas, es decir que si pagaran la mitad de lo que nos deben los que aparecen en el listado, todos nos ahorraríamos la subida de impuestos o recortes a los que nos tendremos que enfrentar en pocos meses en un nuevo proceso que será de doloroso.

El ministro Montoro ha puesto en su lista negra los nombres y apellidos de los deudores de Hacienda con el fin de que los conozcamos y, en consecuencia, queden estigmatizados públicamente. Con el primer listado de apandadores hizo lo mismo hace seis meses, pero sus resultados no han sido alentadores a la hora de recaudar más, con lo que queda demostrado que los que no pagan al fisco son unos sinvergüenzas a los que les trae sin cuidado ser señalados. En el fondo, este país premia a los golfos bajo la premisa de que todos, si pudiéramos, haríamos lo mismo en beneficio propio, aunque todos, también, nos aprestemos a criticarlo cuando la corrupción más execrable (como si defraudar al fisco no fuera otra forma más de corruptela) la protagonizan los políticos. Algunos nombres de la lista de morosos son ídolos del deporte en nuestro país, pero los teóricos y exégetas electorales ya han confirmado que la corrupción en España no se paga, ni en las urnas -como, por otra parte, tampoco sucede en los países democráticos de nuestro entorno- ni en el mundo deportivo. ¿No sería razonable que los deportistas (o artistas o diseñadores o famosos) que no pagan sus impuestos supieran que no estamos de acuerdo con su forma de actuar con, por ejemplo, pitadas y señalamientos públicos que pudieran animarlos a corregir su comportamiento futuro? ¿No creen que es excesivamente cansino que paguemos todos los impuestos aquellos que tenemos nómina mientras que una parte de los contribuyentes busca cualquier camino para obviar sus obligaciones?