A Josefa Cebrián

Han sido días de dignidad, respeto y dolor por la despedida al primer presidente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, Andrés Hernández Ros, y también de esa memoria histórica del socialismo verdadero. Porque aquel 1974 fue definitivo para el PSOE en la Región de Murcia. Ángel Álvarez Castellanos, José Miguel Hernández y Juan Manuel Cañizares, entre otros militantes de los que después sería el PSRM, dieron paso a Andrés Hernández Ros para organizar aquel partido de unos 4.000 militantes que pronto llegaría a 25.000. El Renault 10 blanco, de quien a partir de ese momento toda Murcia le llamaría Andrés, hizo 13.000 kilómetros, dándole la vuelta a pueblos y ciudades, entrando por carreteras y carriles de la huerta de la entonces provincia de Murcia, logrando así sextuplicar los afiliados de aquel partido que quería gobernar. En 1975 era ya Andrés el secretario general. Y a Madrid llevó la noticia su amigo Fernando Valderrama, que había venido a montar uno de los que después sería el partido más potente de la nueva Región de Murcia, con el asombro del que fue secretario de Organización del PSOE, mi amigo Chiqui Benegas.

Con la Región hizo lo mismo Andrés. Kilómetros y kilómetros para explicar la nueva autonomía murciana, consensuada en sus instituciones con los partidos que existían en Murcia, fuesen o no partidos parlamentarios, y así repartir 100.000 Estatutos de papel reciclado, regalando, además, el presidente, una bandera a cada Ayuntamiento. En 2012 ganó las elecciones, siendo el primer presidente que conformaba el primer Gobierno de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Se encargó de impulsar los estudios para crear la bandera y el escudo, así como el Día de la Región, y solo quedó por aprobar, aunque ya estaba también consensuado con alguna fuerza política, el himno, con música de José María Galiana y letra del poeta de Santomera Julián Andúgar. Ojalá alguna vez se retome esta idea que era sobradamente interesante y hermosa.

En 1984, Andrés dimitió como presidente de la Comunidad de forma sorprendente y con la tristeza de haberse visto traicionado tanto por su propio partido como por personajes extraños que le jugaron una trampa de la que él no tuvo nada que ver, así como con el agravante de que interviniera algún agente de aquel CESID. Extraña factura que, junto a algunas bromas pesadas y necias de la murcianía de la gomina y las malas artes que no podían aguantar bien que un obrero con solo estudios de maestría fuera el líder y dirigente de la Comunidad Autónoma, y que se parecía más a aquel Antonete de nuestros antecedentes autonomistas que a los señoritos de la Gran Vía. Lo cierto es que Andrés Hernández Ros ha sufrido traiciones y atentados morales más que ningún otro dirigente, y su partido nunca tuvo un reconocimiento al trabajo que hizo durante los primeros años de partido y autonomía, sino todo lo contrario, como es el ejemplo de publicar un libro absurdo y sin justificación científica ni metodológica de investigación consistente, que fue encargado y prologado por uno de los más nefastos secretarios generales del PSRM.

Ha sido en 2012 cuando el presidente de la Región, el popular Ramón Luis Valcárcel, tuvo la gentileza de otorgarle a Hernández Ros el galardón más preciado que se puede conceder a un murciano, la Medalla de Oro de la Región de Murcia. Y hace unos días, cuando falleció nuestro presidente, el mismísimo Pedro Antonio Sánchez, presidente actual, con el consentimiento familiar, propuso unos actos funerarios institucionales que ustedes conocen bien en relación tanto con el entierro como con los días de luto regional, banderas a media acta, etcétera, que se llevaron a cabo ante cientos y cientos de murcianos que fueron a acompañar por última vez a Hernández Ros en una despedida verdaderamente respetuosa y afectiva. Así ha sido el reconocimiento popular desde la hidalguía de sus paisanos, con la presencia de los partidos y las autoridades, compañeros y amigos de Andrés tanto del ayer como de hoy.

Soy de la que piensan que nadie se va del todo si permanece en nuestra memoria, y como creo que el olvido sobre Andrés no será de ocasión nuestra sobre todo porque fue un hombre de firmes ideales solidarios que conservó aquellas virtudes públicas que tanta falta nos hacen hoy, la generosidad y su forma de usar el poder institucional que tuvo, por sus maneras, con humildad y recordando al clásico cuando dice que quien pudiendo mandar, ruega, rogando manda. Y porque era un hombre bueno, de aquellos años de lucha por la libertad y el socialismo, como dice mi amigo Ángel Pascual, quedará su recuerdo en las raíces de la memoria de aquellos que amamos el socialismo de fiambrera y obrerismo, de sonrisa y cántico identitario, de humanismo, sudor y silencio ahogado por el tiempo, de rebeldía, pasión y responsabilidad histórica... El socialismo que defendió también Andrés Hernández Ros.

Un ejemplo cívico de la política y orgullo de nuestra Región.