Jara Carrillo, Sánchez Madrigal o Vicente Medina pasearon por Trapería a la sombrica, en pleno verano de Murcia, sin necesidad de ir luchando contra los pico esquinas por la Trapería. Ellos vivieron, hace más de un siglo, la última vez que la ciudad ofreció sombra a los suyos. Dice un amigo mío que es arquitecto que la fisonomía de la ciudad tiene infinitas caras y que un cambio de luz, un minuto más o menos o una sábana tendida en una terraza puede darle aristas nuevas a la ciudad segundo tras segundo. Desde que pusieron los toldos lo que me apetece, más incluso que poder pasear a la sombrica o comprobar si el Casino sacará sillones a la calle, es subir a la Torre de la Catedral y observar Murcia con sus toldicos como si se hubiera engalanado para su verano.

Tela marinera, hecha al borde del mar, para darle sombra a los murcianos y a la Trapería el señorío que tiene de sobra, para igualarla a Sierpes o Larios, y ventanicas abiertas con vermús y lotería y sombreros que pululan entre las cuatro esquinas entre cientos de hasta luegos. Echar por la sombra, no hay consejo más murciano en la despedida de un encuentro fortuito, que ya no es sólo que no te abrases al sol de la calle, que echar por la sombra es la metáfora perfecta para todo en la vida, muy de amarrategui, y de no exponerse, que para líos ya están los catalanes. Olivica comía, huesecico al suelo, no tomar pesambre y llevar cuidao. Es todo lo mismo, la sombrica de la higuera y los problemas para otros. Murcia nos da sombra, y todavía alguno tendrá su queja, que no hay nada en el mundo como tener algo para querer lo contrario.

El caso es que los toldos los hemos pedido todos en Murcia, sobre todo cuando hemos estado por ahí en otras ciudades y los hemos visto, que somos muy de eso también. Ahora vendrán otros aquí y querrán los nuestros.

Y qué cosas, poner sombra en las calles, después de haber puesto cargadores para móviles o bicicletas, que era tan sencillo, y la sensación de ciudad que da cuando uno entiende que esas lonas son la ciudad misma que despliega banderas para el confort de sus ciudadanos. Y sin publicidad€ que vistos los tiempos, a nadie le extrañaría que las lonas de sombra en estuvieran serigrafiadas. Ya se sabe, hay que pensar en todo.

Cuando paseen bajo la sombra de Trapería, piensen que habrá lugares a los que, a esa hora, Murcia llevaba más de un siglo sin estar a la sombra, y a lo mejor, hasta les da un escalofrío. Echen por la sombra. Vale.