Más preguntas que respuestas. Esta es la situación en la que nos encontramos hoy ante las nuevas elecciones en España y, sobre todo, ante la traumática salida del Reino Unido de la Unión Europea, cuyas consecuencias imprevisibles nos conducen a un nuevo orden mundial a través de un camino que se prevé muy duro para todos. En este punto conviene no olvidar que el gran responsable de este desaguisado es el primer ministro británico, David Cameron, quien convocó el referéndum del desastre sin que se lo reclamara nadie en su país, excepto su ego por conseguir votos en clave interna apelando al populismo más rancio, cuya caja de Pandora puede haber abierto en otros países europeos en los que los representantes más extremistas ya se han apresurado a apuntarse a volar la Unión Europea con la misma mecha inglesa. La Historia le tendrá reservado un lugar destacado en el olimpo de los necios. En este sentido, y pese a que hay que aplaudirle su decisión de dimitir, poco ha aprendido Cameron del, por otra parte, idolatrado Winston Churchill, que decía, entre otras muchas frases históricas, que «el político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones».

Tendrán que pasar lustros para poder analizar el periodo que nos toca vivir y que se abrió con la gran crisis económica mundial de 2007 y que no se cerrará hasta dentro de varios años a partir del momento actual en el que la Unión Europea ha saltado por los aires. Que nadie se llame a engaño, lo que han votado los británicos nos atañe, y mucho más de lo que pensamos. Más allá de que pueda resultar un problema doméstico para el Reino Unido haber salido del club al que no quieren pertenecer, los vínculos de la aldea global trituran cualquier especulación con el futuro de millones de europeos, entre los que también estamos los españoles. Nuestra Región se juega 30.000 empleos en este envite. Habrá que buscar respuestas acordes al reto que se nos presenta, y para ello hace falta unidad, quizás más que nunca.

Por otra parte, supongo que además del primer ministro británico, los responsables de las principales empresas inglesas de sondeos habrán hecho el petate para abandonar las islas y perderse en Europa o más lejos luego de hacer un pronóstico tan desastroso: Predecían que ganaría la continuidad en la UE con una participación cercana al 50% (alta para el Reino Unido). Ya saben qué opción ha vencido y con qué porcentaje (72,16%). Así las cosas, ¿quién nos asegura a los españoles que las encuestas que machaconamente nos han situado en un escenario similar al de hace seis meses no saltan por los aires y se produce una sorpresa también aquí? Puede que los españoles estemos de suerte, por una vez, y consigamos hoy evitar unas terceras elecciones. Suerte a todos.