Hay mil maneras de hacer las cosas, según la atención que se pone en ellas, el tiempo que se les dedica y otras mil circunstancias. Pero la forma más sencilla que aquí tenemos de hacerlas es a tajo parejo, sin establecer distinciones y llevándolas a la vez; aunque esta expresión puede ofrecer una visión favorable o, por el contrario, negativa de nuestro hacer. Para lo bueno, ir a tajo parejo significa tratar a todo y a todos por igual, sin favoritismos ni discriminaciones, sin preferencias ni distinciones; así que el funcionario atiende a todos a tajo parejo, los trabajos de la casa se hacen a atajo parejo y el difunto repartió su herencia a tajo parejo entre sus hijos. Sin embargo, actuar a tajo parejo puede ser un comportamiento ineficaz, arbitrario o injusto si el operario recoge la fruta sin distinguir entre verde y madura, el profesor aprueba o suspende sin valorar los méritos del alumno o se hace todo deprisa y corriendo sin ningún cuidado. Por eso, si quieren hacer las cosas medianamente bien, no vayan a tajo parejo, porque les pueden salir a troche y moche.