Suiza es un país sorprendente: un alto nivel de vida, discreto, pequeño, con una diversidad perfectamente integrada, orgullosos de su historia, sin cretinos que envuelven sus miserias en banderas independentistas. Acaban de inaugurar el túnel más largo del mundo (57 kilómetros) que les ha costado 11.000 millones de euros y someten a referéndum (ha ganado el NO) la posibilidad de conceder una renta básica de 2.300 euros a cualquier ciudadano, independientemente de cual sea su situación. Es una cantidad equivalente a la pensión máxima en España y triplica nuestro salario mínimo. Eso sí que sería Estado del Bienestar. Hay que ver lo que da de sí fabricar buenos relojes y tener una red bancaria que guarda celosamente capitales sin indagar mucho sobre su origen.