El otro día estuve en una mesa redonda con tres representantes de asociaciones de comerciantes (de Murcia, Cartagena y Molina). Me llamó la atención la claridad de su argumentación para posicionase en contra de las medidas de desregulación de horarios comerciales y de ampliación del número de domingos de apertura comercial contenidas en el Decreto-Ley 2/2016, de 20 de abril, «de medidas urgentes para la reactivación de la actividad empresarial y del empleo a través de la liberalización y de la supresión de cargas burocráticas».Tras escucharles, me pregunto con quién dice que ha hablado el Gobierno para ´consensuar´ este Decreto€

El comercio ha sido golpeado duramente durante estos años de crisis económica. Según datos de la Confederación Española de Comercio en los años más duros (2012-2013) la facturación cayó 11.220 millones de euros. En 2012, cayó casi un 7% el Índice GeneraL de Ventas del Comercio Minorista y en 2013 casi un 4%. La crisis del comercio está condicionada por el desplome del gasto de los hogares. Esto es, la crisis de demanda explica la mala situación por la que ha pasado el comercio, por lo que es necesaria una política de reactivación de rentas (salarios, gasto social, apoyo a pymes, etc.) para activar la demanda interna y, por tanto, el comercio.

En política, hay que establecer prioridades, y no es lo mismo apoyar a las grandes superficies comerciales que a los pequeños comerciantes. Desde nuestra perspectiva política, priorizamos la defensa del pequeño comercio por lo que aporta en términos de creación de empleo y en términos de distribución de la riqueza en multitud de familias. Además, el pequeño comercio es un elemento central del modelo de ciudad mediterráneo, un modelo urbano concentrado e integrado basado en el paseo y la proximidad del comercio.

Estamos convencidos de que el problema de fondo del comercio minorista es el problema del modelo de desarrollo de ciudad. El Gobierno del PP fomentó la expansión de grandes superficies comerciales en las periferias de las ciudades. Fue y sigue siendo una apuesta por un modelo urbano que rompe con el modelo integrado mediterráneo. Según un Informe del Consejo Económico y Social (CES), las grandes superficies se han implantado fuertemente desde 2006 hasta situar a Murcia entre las tres regiones urbanas de España (junto con Madrid y Asturias) con mayor densidad de centros comerciales. De ser la sexta más baja de las Comunidades autónomas a la tercera más elevada tras Madrid y Asturias. En total hay 19 centros comerciales en la Comunidad Autónoma de Murcia que congregan 562.703 metros cuadrados, 1.226 comercios y casi 39.000 plazas de aparcamiento.

Los efectos sobre el comercio minorista y sobre los centros urbanos han sido muy negativos. Montones de pequeños comercios cerrados. El problema se agudiza en cuando uno sale de unas cuantas calles céntricas de las principales ciudades de la Región.

El mencionado Decreto-Ley 2/2016, de 20 de abril, del Gobierno regional hace un desacertado diagnóstico de los problemas del comercio y establece dos falacias: 1. que el problema de los pequeños comercios es un problema de libertad de horarios comerciales, cuando lo cierto es que es fundamentalmente un problema de demanda (de hundimiento del gasto de las familias), y 2. que hay un problema de exceso de burocracia que impide nuevas inversiones de grandes superficies comerciales cuando lo cierto es que tenemos hiperinflación de grandes superficies.

La libertad comercial satisface las demandas de las grandes superficies comerciales frente al pequeño comercio y frente a las necesidades de vida de los 55.000 trabajadores del comercio de la Región y los miles de pequeños comerciantes.

Solamente las grandes superficies comerciales tienen capacidad de afrontar la apertura de más domingos o de desregularizar los horarios. ¿Cómo? Gracias a la extraordinaria flexibilidad horaria introducida por el contrato a tiempo parcial. En la Región de Murcia: la media de los contratos indefinidos a tiempo parcial es del 18% y los contratos temporales a tiempo parcial es del 34%. El resultado será el de trabajadores y especialmente trabajadoras (de las 55.000 personas empleadas en el sector del comercio en el régimen general, casi un 70% son mujeres) literalmente extenuados/as en horarios atípicos o en domingos.. Los pequeños comercios si quieren competir deberán o autoexplotarse o recurrir a la economía sumergida.

Las medidas de apoyo al comercio del mencionado Decreto son estúpidas económicamente e irresponsables socialmente. Y decimos esto porque de ninguna forma atienden a un tipo de ciudad que favorezca la conciliación de la vida familiar y laboral. En efecto, no favorece de ningún modo que los empleados y empleadas del comercio, así como los pequeños comercios, tengan una vida de calidad con tiempos de dedicación y cuidado a sí mismos y a los suyos.

Hay que decir bien claro que son posibles otros tiempos de la ciudad del comercio, como nos muestra la empresa comercial Gaes, la cual decidió hace dos años que el 90% de sus tiendas cerrarían los sábados y abrirían, según acordaran los empleados, o bien hasta las 19.30 todo el año o bien medio año hasta las 19.00 y otro medio hasta las 20.00, y que le valieron obtener en 2014 el Premio Barcelona a la Empresa Innovadora en Conciliación y Tiempo que ofrece el Ayuntamiento de esa ciudad.