Una buena hipótesis de trabajo podría ser el referido al porqué una sociedad con la suficiente experiencia y conocimientos en protocolo social, muestra continuamente síntomas claros de degeneración en el comportamiento global de los ciudadanos, hasta desembocar en el concepto generalizado de transgresión social.

¿Por qué las normas más básicas de saber estar, de cortesía y de urbanidad están devaluadas? ¿Es tendencia, moda, o simplemente es una crisis temporal?

Bastante común es encontrarnos a diario con situaciones de ´normalización´ de la falta de respeto y ´mala educación´, de un uso inadecuado de la etiqueta, aun a plena consciencia. Pero generalmente está inducido por el desconocimiento de las normas, a veces elementales, del trato social.

El primer código que hay como referencia de normas protocolarias es el Código de Hammurabi de hace 3.750 años. Y en él encontramos recomendaciones como las que se hacía a los funcionarios babilonios de protocolo: Tratar siempre con máximo respeto y cortesía a todos los ciudadanos del reino, sea cual fuere su nivel personal y social. Durante siglos, los tratados de civilidad constituyeron una de las piezas básicas del aprendizaje elemental del individuo y uno de los pilares indiscutidos de la enseñanza.

En el artículo Sociabilidad y buenos modales de la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, se afirma que hablar de urbanidad, de buena educación, de saber comportarse, suena con frecuencia a falsedad premeditada. Algo que cada vez se confirma con mayor ímpetu.

Como muy bien manifiesta el teórico Urbina, el protocolo nace con el ser humano, que tan importante era un millón de años ha, como lo es hoy y como lo será hasta el desconocido término de la humanidad, pues lo básico del ser humano es su capacidad y absoluta necesidad de relacionarse con sus semejantes. Y el protocolo le dice cómo ha de hacerlo para que estas relaciones sean positivas.

Que la sociedad actual tienda a inundarse de una actitud más propia de un adolescente rebelde en proceso de maduración hormonal, supone una ruptura grave de valores y una peligrosa involución social. De todos depende el cambio en las tendencias desviadas de actitud y comportamiento. De todos depende evolucionar, eliminar las conductas transgresoras que se dan en la sociedad, y conseguir que sobresalga en los individuos y grupos, cualidades encajadas en el término cortesía, respeto... De todos depende mejorar las relaciones humanas, mostrar mayor solidaridad y reforzar lazos. Una herramienta de gran utilidad es el protocolo social.