Confío en no haber liado a nadie con el título de la columna. Espero que se entienda lo que realmente quiero decir; así como que mis amigos 'escritores' me echen una mano. Viene todo esto por una cuestión que me lleva rondando hace mucho tiempo: ¿cuándo podemos decir de alguien que es escritor? Si se dedica, principalmente, a otra actividad y escribe, ¿es un escritor o es un profesional de cualquier otra cuestión y además escribe? Preguntado esto a personas que escriben, casi todas, confiesan que no se consideran escritores o no se consideran poetas. Son? trabajadores que escriben.

Otro asunto que me está llamando la atención, es que en nuestra Comunidad -imagino que en el resto, también- hay una gran cantidad de personas que hacen sus pinitos en la escritura; aprobando, en la mayoría de los casos. Supongo que todos con la secreta intención de vivir de lo que escriben? Pero, hasta ese momento, hay que seguir comiendo, vistiendo y pagando hipoteca. Llegado a este punto, estamos de acuerdo que, salvo contadas excepciones, nadie puede vivir de ser 'escribidor'.

Siendo como es estupenda la literatura, siendo maravilloso el dedicarte a escribir, difícilmente nadie se hace rico. Como he apuntado anteriormente, lo normal es que el 'escritor' trabaje durante el día en algo totalmente ajeno a las letras y escriba cuando pueda. Los trabajos realizados han sido o son de lo más variado, variopinto y, muchas veces, rozando lo extremoso; ahora bien, tanto poetas como narradores han coincidido en quejarse de que la escritura era y es la tarea más agotadora de todas. Muchos escritores se lamentan de la naturaleza 'vampírica' de la escritura.

En el siglo XVIII, Voltaire decía: «Es imposible ocuparse de la cultura sin una base económica, es una cuestión de libertad intelectual». Hizo fortuna traficando con esclavos. Es muy interesante la expresión 'libertad intelectual'; la escritura es distinta y el contenido también si existe dicha libertad?, que viene de una independencia económica, por lo que es muy recomendable que el autor tenga un trabajo remunerado al margen de la literatura o sea rico por casa.

Vamos a repasar el trabajo o trabajos de algunos de los escritores más conocidos por el público en general.

Franz Kafka tenía su jornada perfectamente dividida. Turno único y fijo de ocho de la mañana a dos de la tarde en la oficina del Instituto de Seguros contra Accidentes para trabajadores de Praga. Henry Miller fue jefe de personal en la Western Union Telegraph Company, compañía de teléfonos y telégrafos. James Joyce también tenía que pagarse las lentejas, por lo que, mientras le rechazaban una y otra vez Dublineses, trabajaba tocando el piano y cantando? ¿Se lo imaginan? Stephen King, ahora uno de los autores más vendidos del mundo y habitual en las listas de escritores que más ganan, al principio no conseguía trabajo como profesor, a pesar de su título de la Universidad de Maine, y decidió contentarse con el puesto de bedel en el instituto en el que hubiese querido enseñar. Le valió para mucho: Carrie fue inspirado por su trabajo. William Faulkner tuvo muchos trabajos con los que intentaba pagar sus facturas y uno de ellos fue de cartero en la universidad en la que estudiaba. Pero como cartero no era tan bueno como escritor: se quedaba dormido en vez de hacer el reparto y leía las revistas antes de entregarlas. Margaret Atwood es hoy una de las escritoras más famosas, pero al principio de su carrera tuvo que trabajar en una cafetería. Servía café y se encargaba de la máquina registradora.

Comprenderán que la lista es tan amplia como escritores hay. Se ha señalado una muestra. Entre mis amigos dedicados a escribir en la Región tenemos: merceros, profesores de instituto, funcionarios varios, guardias de seguridad, trabajadoras en alguna fábrica, docentes universitarios, propietarios de librería, empleados en algún periódico?

A todos, mucho ánimo.