El informe anual que redacta el departamento de Estado de EEUU sobre los Derechos Humanos en todos los países del mundo -excepto el suyo- destacaba «la corrupción sistemática de funcionarios gubernamentales» como uno de los tres problemas más significativos que padece España, junto con «el retorno forzado y maltrato de personas que buscan asilo» y «la violencia contra mujeres y niños». Las conclusiones del estudio de 2015 no difieren mucho del realizado en 2014, con lo que la percepción que los norteamericanos tienen de nuestro país y trasladan al resto del mundo (en su página web se puede descargar el documento íntegro con las lindezas que describen de todos los estados analizados) empieza a consolidarse. El departamento de Estado agrega que «el Gobierno, generalmente, tomó medidas para enjuiciar a los funcionarios que cometieron abusos. No obstante, en algunos casos los funcionarios mantuvieron prácticas corruptas y crearon la impresión de impunidad. Las acusaciones y condenas fueron escasas en comparación con las demandas interpuestas». Cuando la oficina norteamericana habla de «funcionarios» estoy seguro de que se refiere a «políticos», ya que, entre los casos que menciona, está el referido a Rodrigo Rato. Nadie lo asegurará, pero parece que el informe estadounidense ha sido redactado por alguien que, a la hora del aperitivo en cualquier bar de España, ha grabado conversaciones entre personas cabreadas con la política (trabajo de campo nada difícil de conseguir a cualquier hora del día) y le ha sumado las conclusiones de los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) realizados a lo largo del año, en los que se insiste en subrayar que la corrupción sigue siendo una de las principales preocupaciones para los españoles. El último informe conocido que habla de la preocupación en la Región sobre las corruptelas ha sido presentado esta misma semana. Así, el Barómetro Social de Murcia Seniors Club ha colado esta preocupación por encima incluso del desempleo, y muy por encima de la violencia doméstica, la economía o el agua. Estoy convencido de que cualquier otro tipo de encuesta que se hiciera en nuestra tierra o en España sobre el tema que fuera situaría a la corrupción en primera posición, tal es el hastío que existe en la mayoría de nuestra sociedad. Sin embargo, me gustaría pensar que cuando abominamos de las prácticas corruptas no pensamos solo en el político de turno que mete la mano y roba -aunque este ejemplo sea el que más nos subleve a gran distancia de los demás- y nos produzca el mismo rechazo cuando descubrimos que la corrupción, a pequeña escala (busquen en cualquier ámbito de sus vidas y lo verificarán) se ha instalado en esta sociedad nuestra que nos ha tocado vivir.