El ser humano es extraordinario, como dice el anuncio. Curiosa circunstancia: cuando se nos dice algo bonito, tipo ´te quiero´ o ´lo estás haciendo genial´ o ´eres válido para esto´, tenemos tendencia a dudar del elogio. Pensamos que quizás están exagerando, quizás se les pase, quizás sólo nos doren la píldora por X y oscuras razones, a saber. Sin embargo, cuando se nos dice algo feo, tipo ´no te quiero´ o ´por ahí vas mal´ o ´te vas a estrellar, eso es imposible, no tienes ni idea´, no sólo no podemos en duda las palabras horribles que acabamos de escuchar, sino que las asimilamos como verdades absolutas, como dogmas casi, como algo terrible e inmutable que nos pasa porque nos lo merecemos, porque no valemos nada. Ni se nos pasa por la cabeza que esos ´no te quiero´ o ´por ahí vas mal´ o ´te vas a estrellar, eso es imposible, no tienes ni idea´ puedan ser todo mentiras. Mentiras propiciadas por un miedo puntual, por un entorno quizás, por una percepción de aquel momento, por lo que sea. Aunque, eso sí, qué bien sienta descubrir, al cabo de los años y de golpe, que te estaban mintiendo.