La realidad nos dice que nadie te regala nada, que lo que consigues es por tu propio esfuerzo y por tu actitud, aquello que de verdad te has propuesto hacer, lo has conseguido; ha sido, ni más ni menos, porque lo querías, porque sabías que era alcanzable por ti, y porque no había otro pensamiento más que el lograrlo.

Si todo esto es así, ¿por qué quitarte méritos? ¿Por qué no darle importancia? ¿Por qué olvidarlo?

Ya sé que tenemos memoria selectiva y recordamos, a veces, lo que nos interesa. Sin embargo, caigo en la sorpresa cuando una y otra vez nos dejamos atrapar por las decepciones, las tristezas, las frustraciones, los rencores, las disputas, etc.

Cuando nos dejamos hundir por primera vez por malas experiencias y somos presa fácil de las emociones, digamos que es habitual; si vuelves a caer por segunda vez en aguas pantanosas, puede ser normal; sin embargo, cuando una y otra, y otra, y otra vez, caemos; costándonos Dios y ayuda levantarnos, es porque no tenemos memoria. Y te pregunto; ¿has sido capaz de recordar las veces que has caído antes de llegar a donde estás? ¿Te das cuenta que cada una de las veces que caíste, te levantaste; y que fuiste tú el que lo hizo?

¿Crees que es necesario tener siempre a alguien pendiente de ti para recordarte que vales más de lo que crees, que tienes un meritazo increíble por llegar hasta aquí, que has conseguido siempre lo que realmente te has propuesto, que has marcado un camino detrás de ti con esfuerzo y con carácter, que sigues aprendiendo y que todavía te queda mucho por delante?

Te pido un poco de memoria, para reflexionar en todo lo que has hecho de manera positiva y constructiva; de nada sirve enredarte en aquello que no salió como pretendías; si bien, tómalo como aprendizaje; y no como reproche.

¿Lo mejor para la memoria? Practica un poquito cada día€