Llegar al clímax y disfrutarlo, ese es el objetivo. Quien afirme que una relación sexual puede ser completa sin llegar al clímax, miente, y, encima, puede hasta que se lo crea.

Y ésto es lo que, desgraciadamente, vamos a revivir dentro de unos días cuando se inicie la campaña electoral; políticos que creerán llegar a su ´clímax´, pero no llegarán ni a rozarlo.

El político podrá alcanzar su cima más alta (ganarse a la opinión pública) cuando empiece a entender que el verdadero protagonista de toda esta historia es el ciudadano, con el que debe empatizar sumergiéndose en sus quehaceres y problemas diarios. Políticos y ciudadanos construimos las piezas fundamentales de este relato llamado Democracia, en el que si uno de los protagonistas falla, la historia no puede continuar.

En política, como en las relaciones sexuales, los prolegómenos son la clave para llegar a ese ´clímax´. Pero en la carrera por conseguir el Poder, los asesores políticos, esos gurús de la comunicación, pierden el sentido común tropezando una y otra vez en los mismos errores.

Tristemente, volveremos a ver grandes eventos diseñados para comunicar la fuerza de los líderes, en los que primará más el decorado, el público ´palmero´ y la trascendencia mediática. Los mítines abrirán los informativos en prime time y, créanme, las diferencias entre unos y otros serán los colores en los decorados, la música y, posiblemente, el vestuario.

Señores, escuchen, es fácil. Solo hay que acariciar al ciudadano, abrazarlo, susurrarle al oído, llegar a esos puntos que harán estremecerlo. En una frase: convertirlo en el verdadero protagonista del evento.

Hay mejores formas de comunicación política que las estandarizas desde las civilizaciones griegas y romanas en las que la retórica y la oratoria eran la base de sus discursos.

Trasmitan más naturalidad. Usen de verdad las redes sociales. Renueven conceptos y vean más allá. Cambien los escenarios, bajen a las lonjas de pescado, a los campos de cultivo, a las puertas de urgencias de los hospitales, a los colegios... Vivan esas historias y construyan un discurso común, que de poner una cámara en un sitio estratégico ya nos ocupamos los periodistas. Solo así, ambos, llegarán al clímax y triunfará la democracia.