La campaña actual lanzada por el Gobierno autonómico para la prevención de accidentes de trabajo se basa en una determinada mirada o interpretación del accidente de trabajo como un fenómeno que cabe achacarlo a la responsabilidad de los individuos. Según esta lectura, el accidente ocurre por el descuido, la negligencia o la dejadez del individuo que no adoptaría en el trabajo las por supuesto siempre disponibles medidas de prevención de riesgos. Ciertamente es una campaña falsa, retrógada e inútil. Pero los responsables gubernamentales de la misma han querido que sea visible que se vea y no han escatimado en cartelería y otras formas de publicidad. Por ello propongo que entendamos esa campaña como una forma privilegiada de observar al gobernante del PP mirando a la gente trabajadora de esta Región. Es decir, la campaña lanzada sobre el accidente de trabajo nos permite acceder al cómo nos ven ellos.

La crisis y las reformas laborales recientes, y muy especialmente la última de Mariano Rajoy de 2012, han tenido un efecto fulminante en el mundo del trabajo. Por un lado, la situación de desempleo de masas, y por otro, la mayor facilidad al despido o la pérdida de fundamento de la negociación colectiva, todo esto han creado un individuo en el trabajo más inseguro, sólo y vulnerable. El miedo es una experiencia real hoy en el mundo del trabajo. En este contexto, no hay apenas voz colectiva del trabajo, tan solo individuos sin habla o que su punto de vista no importa. En ausencia de la palabra colectiva del trabajo, solamente reina la voz y la verdad de ellos. Su voz y su verdad aparece sin restricciones, sin contención alguna, asalvajada. Es con este uso salvaje de la palabra del que manda, desde donde se piensa y diseña el mensaje de la campaña que estos días vemos en las calles murcianas: el individuo en el trabajo (no es un trabajador /a pues se le ha desprovisto de vínculos y energías colectivas) es un individuo descuidado y olvidadizo para con su deber de prevenirse de los riesgos laborales. En definitiva, es un menor de edad que solamente podrá hacerse adulto de la mano de 'nuestros' consejos (los consejos del PP, claro).

El derecho del trabajo es un momento históricamente fundamental en la historia social. El contrato de trabajo desde el derecho mercantil era concebido como una relación entre individuos iguales. El derecho del trabajo nace para denunciar esa falsedad: no puede haber una relación entre iguales en el contrato de trabajo, pues desiguales son las posiciones de poder entre los propietarios de capital y los trabajadores. El derecho del trabajo concibe la relación laboral no entre individuos, sino entre posiciones colectivas (capital, trabajo) y despliega un conjunto de regulaciones y leyes para proteger al colectivo más débil: los trabajadores. Tiene razón Pablo Iglesias cuando dice eso de que lo único que tiene la gente más humilde para protegerse de la arbitrariedad de los poderosos, son las leyes, el derecho, la Constitución?

El derecho del trabajo es una evolución trascendental en la forma que las sociedades iban a encarar el accidente de trabajo. Básicamente se dirá que en el mundo del trabajo los individuos son trabajadores. Por ello, en cuanto tales, estos individuos son cuerpos que encarnan (hacen carne) unas determinadas condiciones de trabajo y salariales. El derecho del trabajo realiza así una conquista histórica y civilizatoria en la interpretación del accidente de trabajo: desplaza la causa del accidente de 'la responsabilidad individual' (como hacía el Derecho Mercantil) a las condiciones de trabajo y salariales. Este desplazamiento es una proeza impresionante. Lo de menos es que el individuo que conducía la furgoneta de jornaleros accidentada en Lorca tuviera sueño o un despiste. Lo relevante es que en cuanto trabajador, ese individuo conductor de la furgoneta jornalera encarnaba (en su cuerpo, en sus nervios, en su carne) unas condiciones de trabajo de largas jornadas laborales, destajos, precariedad, etc.

Gracias a esta conquista civilizatoria el accidente de trabajo fue concebido como parte de los efectos indeseables de la organización social del trabajo y el derecho del trabajo pudo actuar para dotar de derechos colectivos a los trabajadores, de tal forma que se pudiera avanzar en la prevención del accidente.

De hecho, la Ley de Prevención de Riesgos Laborales de la cual se cumplen ahora 25 años hemos de entenderla como un avance en esa evolución del derecho del trabajo respecto al accidente, al hacer de la prevención de riesgos un derecho de ciudadanía.

La campaña actual lanzada por el Gobierno de Pedro Antonio Sánchez es una involución en términos históricos y un retroceso en términos civilizatorios. Su mensaje se ha diseñado según las premisas del Derecho Mercantil el accidente es cosa de los individuos y supone un menosprecio de la conquista que supuso el Derecho del Trabajo. Pero es que así nos ven y nos quieren ver. Cuando aseguran querer hacer de la Región el mayor área de libertad comercial del Mediterráneo español, conviene tener muy presente el papel que asignan al trabajo, y a los trabajadores y trabajadoras, en ese universo propio del fundamentalismo neoliberal con el que quieren dirigir nuestros destinos.